Francisco Pérez abandonó la docencia en los años 80 para abrir una librería y papelería cerca de su casa, en la calle Tomás de Aquino, a la que bautizó como Vistalegre, en homenaje a su barrio. Aunque desde el principio tenía intención de que el negocio prosperara, poco podía imaginar que se convertiría en lo que es hoy, una compañía de ámbito nacional dedicada no solo al suministro de papel, también al material y mobiliario de oficina, a consumibles informáticos y nuevas tecnologías, a material educativo o a las artes gráficas, entre otros.

Todo comenzó con un modesto proyecto de expansión. Visitaban a sus potenciales clientes, algo poco frecuente para la época, con un pequeño catálogo compuesto de «15 o 20 precios», como señala el propio Francisco. Después crearon una red de comerciales, comenzaron a asistir a ferias y el local de Tomás de Aquino se les quedó pequeño. Tuvo que alquilar otro en Avenida del Corregidor, que con el tiempo resultó insuficiente. Así que a finales del 2000 montaron su sede social en Aldea Quintana para poder atender la demanda de todos sus clientes nacionales.

Hoy trabajan en esta empresa unos 150 empleados y es uno de los principales adjudicatarios de material de oficina y audiovisuales del país. Pero mantiene abierta la primera tienda y Francisco no ha querido mudarse de barrio.