Hace años que, como un mantra, se repite que los jóvenes son la generación de españoles mejor formada de la historia. Nadie duda de que sean quienes más fácil tuvieron acceder a la formación reglada, pero basta con sentarse a escuchar a los jubilados de este país para darse cuenta de quiénes son los que saben de verdad.

La Biblioteca Central acogió ayer un debate organizado por la Plataforma Ciudadana para la Defensa Pública del Sistema de Pensiones al que asistieron unos 200 jubilados, que escucharon durante más de dos horas, no sin mostrar abiertamente su indignación o desacuerdo cuando se daba el caso, las propuestas de los cuatro partidos con representación parlamentaria en el Congreso, con el único objetivo de conocer de primera mano los programas de cada uno en materia de pensiones y, de paso, recordarles que los que ocupen un escaño lo harán en gran medida porque ellos los voten. No en vano, representan en Córdoba más del 20% del electorado.

El formato ya decía mucho de que los jubilados no tienen tiempo que perder. Ocho preguntas y dos minutos por cabeza para responder a cada una. Ana Tamayo (PP), en sustitución de Andrés Lorite, Antonio Hurtado (PSOE), Martina Valverde (Unidas Podemos) y Marcial Gómez (Ciudadanos) fueron los enviados por cada partido para resolver las dudas a cuestiones claras y directas del tipo: ¿van a garantizar la revalorización automática con el IPC de las pensiones y lo plasmarán en una ley? ¿Van a equiparar las pensiones más bajas con el salario mínimo interprofesional (900 euros) y respetar la Carta Social Europea para que alcancen los 1.084 euros/mes? ¿Cómo van a combatir la brecha salarial de las pensiones, que es del 38%? ¿Qué van a hacer con el copago farmacéutico, que condena a muchos pensionistas a elegir entre comer o comprar las medicinas? ¿Están por una reforma laboral que fomente el trabajo decente? ¿Fomentarán los planes de pensiones privados? Y así sucesivamente.

Todos los representantes políticos se tiraron los trastos por decisiones del pasado al tiempo que dieron el «sí» a trabajar por la mejora de las pensiones, por un sistema público justo, por revalorizarlas con el IPC como mínimo... aunque con matices que son los que, en estos casos, marcan la diferencia. Mientras el PP ponía el acento en la «sostenibilidad del sistema» y la «dinamización de la economía», el PSOE defendió la derogación de «la reforma laboral», la inclusión de la revalorización de las pensiones en la Constitución o la eliminación del copago farmacéutico. Cs insistió también en la sostenibilidad del sistema, en combatir la brecha salarial con medidas de conciliación y corresponsabilidad, patinó pidiendo a los jubilados «responsabilidad en el uso de los medicamentos» y aseguró que «se pueden bajar los impuestos y subir las pensiones». Por último, Unidas Podemos dijo a todo lo que pedían que sí, abogó por derogar las reformas laborales de PP y PSOE, combatir los falsos autónomos y la temporalidad y garantizar la revalorización de las pensiones en la Constitución.

Acabado el turno de promesas, los pensionistas se encargaron de recordar a los políticos lo que pasa en la calle. Y así, Manuela se quejó de que, con solo un euro más, el PP sacara pecho defiendendo «la revalorización de las pensiones» y se preguntó «¿cómo es posible que durante años se repita que las pensiones corren peligro mientras se garantiza el dinero de Casa Real o de la Iglesia?», Joaquín criticó la incapacidad de los políticos para llegar a acuerdos «salvo para subirse el sueldo» y cuestionó «¿cómo en 40 años no han previsto lo que iba a pasar con las pensiones?», Germán les inquirió para que «después del agujero en el sistema de pensiones, se compensen vía presupuestos como cualquier otra partida»; Paco, indignado por la acusación de Cs sobre el copago, preguntó por la subasta de medicamentos en Andalucía, Ana explicitó cómo «las rentas del trabajo se están trasladando al capital, también con el copago farmacéutico», para exigir después la derogación de las dos reformas laborales. Antes de acabar, alguien más desarmó a PP y PSOE preguntando por el artículo 135 de la Constitución, «en el que os pusisteis de acuerdo para garantizar el pago a los bancos antes que las pensiones», y una última aprovechó para elevar a la clase política su exigencia: «Que seais educados, porque tanta chabacanería avergüenza».

Conclusión: nadie como un pensionista domina el sentido común, habla más claro y tiene menos miedo a expresar su opinión. Lástima que solo hubiera un puñado de jóvenes presentes, cuyas pensiones también están en juego. Quizás los presidentes necesiten jubilados como asesores. Pensionistas, al poder.