Muchos de ellos son los mismos que en la Dictadura corrieron delante de los grises, los que defendieron la democracia y celebraron la llegada de la Constitución. Saben cómo organizarse y, aunque la mayoría supera los 65 años, están dispuestos a volver a dar la batalla. «Pensábamos que el estado del bienestar y las pensiones públicas, reconocidas en el artículo 50 de la Constitución era algo consolidado, pero cuando Zapatero congeló el IPC y luego Rajoy subió el 0,25% vimos cómo íbamos perdiendo poder adquisitivo día a día y no nos ha quedado más remedio que volver a las calles», explica José Moñino, portavoz de la Plataforma en Córdoba en Defensa por las Pensiones Dignas. Lo hacen no solo por ellos sino «porque de nuestras pensiones dependen además familias enteras que han sido víctimas de la crisis-estafa que hemos sufrido», recalca Moñino. «Nuestro lema lo dice claro gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden», señala. A estas alturas de la vida, tienen claro que «sin movilización no hay solución» -otro de sus lemas- y aseguran que si el Gobierno de Rajoy decidió dar marcha atrás en su pretensión es porque alzaron la voz reclamando lo que es suyo.

Ni el frío ni la edad parecen hacer mella en la fuerza colectiva de los jubilados porque, recalcan, «estamos cargados de razón» y ante eso ayer unos 200 pensionistas se concentraron en La Calahorra a modo de cierre de temporada. «Hemos hecho un trabajo inmenso y volveremos en enero con fuerzas renovadas», anunciaron en su manifiesto, en el que recuerdan que además de reclamar pensiones dignas de 1.080 euros como mínimo, están en contra «de los planes de pensiones privados que financiamos gente pobre para que lo disfrute gente rica y que perjudican el sistema público de pensiones», y también contra los planes de pensiones de empresa o las hipotecas inversas. De momento, ellos llevan la voz cantante, pero llaman a «la solidaridad intergeneracional». Al fin y al cabo, insisten, «lo que está en juego hoy son las pensiones del futuro».

Concentración de pensionistas, ayer en La Calahorra. Foto: SÁNCHEZ MORENO