Pedro Herranz coordina las desapariciones que investiga la Policía a nivel nacional e internacional. Desde hace siete años es el jefe del Grupo de Desaparecidos y conoce a la perfección todo el dolor que traen desapariciones como las de José Morilla, del que sigue sin conocerse su paradero, o Mayte Cantarero, hallada el jueves sin vida por la Guardia Civil, encargada del caso.

-Cuando alguien desaparece, ¿hay que denunciar de inmediato?

-Lo habitual es que los familiares o allegados de los desaparecidos, cuando tienen conocimiento de la desaparición, realicen por su cuenta las primeras gestiones de localización. En esos primeros instantes consultan en el entorno familiar, a amistades, a compañeros de trabajo o de estudios, realizan llamadas al móvil y, después de realizar esas gestiones, que pueden durar entre una y tres horas, lo suyo sería que de inmediato formularan la denuncia oficial. Siempre es recomendable que lleven una fotografía lo más actual posible y que aporten características físicas de la persona y de la vestimenta que llevaba en el momento de la desaparición.

-¿Cuántos desaparecidos hay en Córdoba?

-A fecha del 10 de septiembre existen 150 denuncias activas en Córdoba. Pero no nos asustemos por esta cantidad porque es desde el año en el que las tenemos recopiladas, 1960. De ellas, 63 son del ámbito de la Policía Nacional y 87, de la Guardia Civil.

-¿Cuál es el perfil mayoritario?

-En Córdoba viene a ser muy similar al que se da a nivel nacional. De los 150 desaparecidos, hay 132 que se perdieron cuando eran menores de edad y 18 mayores. Del total, 25 eran mujeres y 125, varones. Hay que tener en cuenta que los centros de protección en los que hay menores son los que más desaparecidos acumulan. Cuando hablamos de menores nos referimos a los menas, no a los menores de un ámbito familiar en una situación normal, que suelen ser mínimos.

-¿Cuáles son las principales causas de desaparición?

-Cada desaparición hay que tratarla de una manera especial. La gente dice que todas las desapariciones son iguales. Para mí no son iguales, para mí todas las desapariciones empiezan al principio más o menos lo mismo, porque todas las actuaciones que tenemos que hacer de investigación son las mismas, pero no son iguales. Las tenemos catalogadas en tres grupos, las voluntarias, las involuntarias y las forzosas. En las voluntarias podemos incluir a adultos que se van intencionadamente de casa, menores que se van de los centros de acogida y menores que huyen en el entorno familiar. Dentro de las involuntarias podemos incluir accidentes fortuitos, catástrofes, personas con problemas cognitivos y las que carecen de causa aparente. Dentro de las forzosas están las personas que son echadas del hogar, la sustracción de menores y las que se producen dentro de un ámbito delictivo. Todas ellas pueden variar en cualquier momento.

-¿Cuál es el tiempo medio que tardan en aparecer?

-Lo normal es que aparezcan en las primeras 24 o 48 horas. Si se va más allá de ese periodo, es una desaparición que consideramos, no de alto riesgo, pero sí inquietante. No quiere decir que las demás no lo sean.

-¿Qué porcentaje de casos se resuelven?

-En las primeras 24 horas, casi un 95%. En las siguientes 48 horas, entre un 2 o 3%, y el otro 2 o 3% que queda sin resolver son las que ya consideramos como inquietantes.

-¿Qué niveles de riesgo hay?

-Para mí cualquier desaparecido tiene el mismo riesgo. Cuando alguien va a presentar una denuncia es importante que nos cuente la verdad porque no nos cuentan ni un 10% de la realidad de lo que ocurre. La gente tiene vergüenza, cree que va a aparecer enseguida la persona que se ha perdido y que no tiene por qué dar datos personales, pero cuando ya pasan 24, 48 y 72 horas, el denunciante empieza a contar cosas que no había dicho en la primera declaración y eso es muy importante para que empecemos a actuar en una línea u otra.

-De los tres últimos desaparecidos de Córdoba, dos eran mayores. ¿Cree que los meses de confinamiento han contribuido a que se desorienten y se pierdan?

-Sí. Estoy convencido de que el confinamiento ha influido en las desapariciones y ha afectado mucho, sobre todo, a las personas mayores y a las que padecen algún trastorno psíquico o físico. A nivel nacional, del 15 de marzo del 2019 al 9 de septiembre se tramitaron 5.321 denuncias por desaparición de menores de edad, de las que 207 siguen en vigor. Durante ese mismo periodo se tramitaron 2.500 denuncias de mayores, de las que 43 siguen en vigor. Este año, en menores ha habido 2.508 denuncias, casi la mitad, y, sin embargo, tenemos 385 desaparecidos, casi el doble, mientras que de mayores de edad se han efectuado también casi la mitad, 1.385, y en vigor siguen 118. Esto significa que en el 2020 se han realizado un 47% menos denuncias por desaparición de menores de edad y, sin embargo, hay un 185% más de desaparecidos, mientras que de mayores se han efectuado un 54% menos denuncias y, sin embargo, hay un 275% más de desaparecidos en vigor. Son menos denuncias pero la gente, al estar tanto tiempo encerrada en casa, cuando ha tenido la oportunidad de salir, está más tiempo fuera, perdida, extraviada, desorientada, o no quiere volver a casa porque no quiere volver a la situación en la que ha estado durante todo este tiempo.

-¿Qué hipótesis se baraja con José Morilla? ¿hay esperanza de hallarlo con vida?

-Las hipótesis son todas, nunca se descarta ninguna aunque tenga más fuerza una que otra. Esperanza de hallarlo con vida, por supuesto. Nosotros, como unidad central, tenemos una premisa, que es buscar siempre a las personas con vida y si desgraciadamente aparecen fallecidas por las causas que sean, esas causas se van a investigar. En este último supuesto a la familia no se le puede devolver al ser querido, pero sí esclarecer los hechos y poder entregar el cuerpo para que puedan despedirse de una forma digna. Nosotros siempre queremos pensar que se ha desorientado, que ha podido coger un coche o un tren, que está en otra provincia, en un centro sanitario, que vaya sin documentación y no esté identificado, queremos tener esa esperanza.

-¿Qué se dice a las familias que ven cómo pasa el tiempo sin noticias del ser querido que no aparece?

-Siempre recomiendo a mis compañeros que estén en contacto directo con las familias, que las llamen, que les pidan nuevas informaciones, que les faciliten aquella información que no perjudique a la investigación, que lleguemos a implicarnos como si fuéramos un familiar del desaparecido. La familia conoce nuestro esfuerzo, la labor que realizamos para la localización de su ser querido y en la mayoría de los casos somos su única esperanza.

-En Córdoba hay otro caso que ha centrado la atención de los últimos años, el de Paco Molina. ¿Qué novedades hay al respecto?

-La familia de Paco, su madre Rosa e Isidro, están en contacto permanente con mis compañeros, que le informan puntualmente de las investigaciones que se están realizando. Los padres están al día de todo.

-¿Y sobre Ángeles Zurera?

-Desapareció en el 2008 en Aguilar. Es un asunto que compete a la Guardia Civil y el hecho de que no existan indicios nuevos no significa que no se esté en este caso. Nunca hemos cesado la búsqueda ni se cierran las investigaciones. Con cualquier indicio que tengamos, se reabre una nueva línea de investigación, sin descartar las anteriores. Siempre aconsejo que cuando llegue un policía nuevo, le pongan el caso encima de la mesa, lo examine de arriba a abajo, lo lea y que saque impresiones. Llega un momento en el que los investigadores estamos viciados con lo que estamos investigando, cogemos una línea y no somos capaces de salir de ahí. Esta persona nueva seguro que ve algo que da pie a descubrir cosas nuevas.

-¿En qué momento o por qué circunstancia se decide que ya no se puede buscar más?

-Nunca se decide eso. Siempre se está pendiente de cualquier información o noticia que pueda surgir.

-¿Qué caso le ha marcado más?

-Todos los casos me han marcado de una forma distinta. Los que se resuelven rápidamente te llenan de satisfacción. Lo sientes como si fueras un miembro de la familia, que la ha buscado, la ha localizado con vida y en perfecto estado y es una alegría que compartes con los familiares. Los casos difíciles cuestan más. Por destacar uno, el de Blanca Fernández Ochoa, no porque fuera más complicado o distinto. Fue muy mediático porque fue campeona del mundo de esquí y hubo presión social. Me dio la impresión de que las familias de los desaparecidos, y parte de la sociedad, creyeron que por ser Blanca Fernández Ochoa hacíamos un esfuerzo excepcional para su búsqueda. Y no es cierto. Intentamos hacer el mismo esfuerzo para todos los desaparecidos, lo que pasa es que cuando es una persona normal y corriente no tiene tanta difusión, pero se hace.