Si uno busca razones para premiar un patio, las encuentra en cada uno de ellos. Todas las rutas y casi todos los recintos en concurso ofrecen elementos singulares, olores, rincones, flores capaces de inspirar a cualquiera que se ponga delante. En la ruta de San Lorenzo y San Rafael, menos es más. Estos once patios están entre los menos premiados y quizás son de las menos conocidos por el gran público, pero también atesoran más encanto que otras zonas más populares. El de Pozanco es ejemplo de ello. En el número 21, Elisa, la maestra de amplia sonrisa que se resiste a cerrar a las diez porque «yo no le doy con la puerta en las narices a nadie y a partir de esa hora es cuando vienen más cordobeses», es la protagonista de un patio verde con notas de color que componen una sinfonía llena de melodías. La de su voz, con la que teje historias a ritmo de croché al fondo del largo pasillo, la del agua con la que refresca sus macetas, la de sus galápagos o la del pozo infinito sobre el que se asientan. A unos pasos, en Pozanco 6, Mercedes deja volar sus mariposas para que los visitantes se dejen llevar. Ayer, el olor del sofrito de arroz competía a media mañana con el de las flores, de un sinfín de variedades, abriendo el apetito a los presentes. «Cómo huele eso, niña». Autodidacta en botánica, con el recuerdo de su hija siempre presente, Mercedes reparte alegría y consejos sobre plantas a quienes acuden a ver su casa, repleta de luz y de macetas. En Pozanco, apenas llegan a menciones y accésit. Como en Mariano Amaya 4, donde ayer olía a hierbabuena. Celeste, que ha etiquetado sus macetas para facilitar el trabajo a los turistas, despliega en su patio, animado por un agaporni, un sinfín de pequeños detalles. San Rafael 7 ha llegado para quedarse. Lo dicen sus cuidadoras y lo reafirma el doble patio, bendecido por el mismísimo arcángel. No se lo pierdan. San Juan de Palomares 8 es otro oasis de paz en el que uno quisiera echarse la siesta acurrucado por el rumor del agua, la luz tenue, el aroma y la música de fondo. Alvar Rodríguez aglutina otros dos ejemplos de patios modernos que respiran sensibilidad y calidez. En el número 8, Ángela, florista de profesión, deja ver su amor a las flores en el diseño del entorno, armónico y multicolor. Como ocurre en Escañuela 3, un patio poblado por mil macetas que no tiene desperdicio. El broche de oro lo ponen Trueque 4 y San Juan de Palomares 11. Sin palabras.