En el número 13 de la Avenue Foch de París, muy cerca del Arco del Triunfo, una melodía de piano intenta poner un poco de calma y combatir el constante sonido de las sirenas de emergencias que cada poco atraviesan la Place de L'etoile, mientras trabajan intensamente las casi 30 personas que se han desplazado desde España para poner en marcha el desfile con el que Alejandro Gómez Palomo, Palomo Spain, abrirá en pocas horas la Semana de la Moda de la capital gala, en la embajada de España.

En el piso el trasiego es considerable, pues mientras una costurera intenta dar los últimos retoques a una prenda con una gran componente de tejido sintético o plástico, en la habitación contigua el diseñador debate con los miembros de su equipo el modelo que mejor podrá lucir una determinada prenda para que Pompeii, que es el título de la colección con la que el cordobés vuelve a la capital europea de la moda, sea todo un éxito.

En el denominado Fitting, que no es otra cosa que el ensayo general en el que se miden las prendas en el cuerpo que las ha de lucir, se ajustan los complementos más idóneos y se ponen y quitan prendas para que cada una de ellas transmita exactamente todo lo que Palomo Spain quiere expresar en este encuentro entre el hombre sepultado en lava en la época romana y el del siglo XXI, una interesante fusión de prendas y tejidos antiguos con prometedoras y atrevidas texturas actuales.

Alejandro Gómez se pasea de una estancia a otra intentando que no se pase ningún detalle, al tiempo que su padre intenta atender las exigencias de sus colaboradores, en cuanto a intendencia se refiere. El lujoso y amplio piso bajo que ocupa el equipo de Palomo Spain se ha quedado pequeño porque cajas de zapatos, percheros, trajes, ordenadores y todo cuanto hace posible que se haga realidad un desfile de este nivel se reparten en un desorden milimétricamente medido para que todo el mundo pueda encontrar lo que se necesita.

Palomo, durante los preparativos del desfile, esta tarde. RAFAEL VALENZUELA

En todo este entramado, además del diseñador, juegan un papel fundamental los modelos. Chicos llegados desde diversos países que deben reunir unas características muy concretas, delgados, altos y con aspecto lánguido que apenas se colocan el diseño correspondiente se transforman en el chico soñado por Alejandro Gómez Palomo, para representar al hombre encargado de fusionar dos culturas milenariamente separadas.

Palomo intenta entre prueba y prueba atender a los medios de comunicación que se han ido acercando hasta donde la cuadrilla española (en el equipo también hay personas de varios lugares del país) ha montado su cuartel general y donde para entenderse es necesario manejar varios idiomas, francés, inglés, alemán,español, entre ellos.

La tarde va adueñándose del entorno de los Campos Elíseos, pero la actividad y el trasiego no cesan y los nervios van en aumento, porque en unas horas el embajador de España en París, Fernando Calderera, les abrirá las puertas para que este joven cordobés conocido como Palomo Spain vuelva a conquistar la capital francesa como ya hiciera Rafa Nadal hace unos días.