Pablo Pérez es catedrático de Medicina de la Universidad de Córdoba y especialista de Medicina Interna del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. Investigador y coordinador de diversos grupos de investigación, desde 2019 es director científico del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica (Imibic).

Se cumple algo más de un año de su nombramiento como director científico del Imibic. ¿Qué balance hace de este tiempo?

El balance es francamente positivo, especialmente porque era inimaginable que este año pudiera ser tan convulso por el problema de la pandemia. Sin embargo, al analizar todo lo que hemos hecho, puedo decir que en el Instituto tenemos motivos de satisfacción ya que se ha puesto de manifiesto la fortaleza de nuestra estructura organizativa y se ha demostrado que el IMIBIC, como otros centros similares, sabemos estar cerca de los problemas inmediatos de nuestra población. Así, gracias a nuestra apuesta por la innovación hemos dado soluciones rápidas a la alta demanda de recursos que exigía la situación de la pandemia, cooperando con los hospitales y centros de salud de toda la provincia. Igualmente, con la colaboración estrecha entre nuestros investigadores clínicos y fundamentales, se han diseñado varios ensayos clínicos buscando soluciones que nos han permitido reducir las complicaciones y la tasa de mortalidad de los pacientes infectados por covid-19. Todo ello sin detrimento de la actividad habitual que se realiza en el Instituto. Uno de los mejores ejemplos de ello es que el año ha sido especialmente prolífico en la captación de recursos y de talento, ya que en 2021 se incorporarán 25 nuevos investigadores al Imibic.

¿Cómo ha evolucionado el Imibic desde su creación en 2008?

El papel del Imibic en la investigación de nuestro entorno ha sido fundamental en todos los ámbitos, siendo un ejemplo de que la supuesta inercia de nuestra ciudad se supera con la cooperación en torno a proyectos compartidos, que superen las diferencias de opinión y de ideologías. Para muchos investigadores su entrada en el Imibic ha supuesto un antes y un después. La mayoría veían la investigación como un complemento a su actividad asistencial, sin entender suficientemente los ingredientes que tiene la investigación más profesionalizada, basada en la organización en torno a objetivos ambiciosos y evaluables, donde sería clave la colaboración con otros grupos. Con esta nueva idea muchos grupos dieron un salto cualitativo y cuantitativo, potenciando su capacidad para conseguir más fondos públicos y privados, nacionales e internacionales, estableciendo alianzas con grupos complementarios y orientando su investigación hacia una mayor aplicabilidad. Esas etapas iniciales ya se han superado y el Imibic se ha convertido en un espacio de cooperación que integra investigadores biomédicos procedentes de instituciones con culturas muy diferentes, con el objetivo de investigar como un solo grupo para mejorar la salud de nuestros pacientes.

¿Cuáles son los puntos fuertes del Imibic y cuáles sus debilidades?

Me gustaría destacar el talento y compromiso de nuestros investigadores, que contamos con los medios estructurales para seguir creciendo, que apostamos decididamente por la innovación y algo crítico en centros de investigación de estas características y es que contamos con el apoyo tanto de las instituciones sanitarias y la universidad. Como debilidades destacaría la falta de financiación en I+D en nuestro país que junto a los problemas de estabilización del personal investigador nos impide bien retener el talento o bien ser competitivos para captar talento del exterior.

¿Qué lugar ocupa en estos momentos el Imibic respecto de sus ‘competidores’ nacionales?

Existen 32 institutos acreditados, concentrándose la mayoría en Madrid y Cataluña. Nosotros somos considerados uno de los mejores ejemplos por saber desarrollar una estrategia afortunada, muy conectada con nuestro entorno sanitario y alineada con la articulación nacional de la investigación, tanto con modelos horizontales, como CIBERs y redes, junto a otros verticales, como los propios institutos sanitarios. En este contexto, el posicionamiento del Imibic demuestra que, a pesar de nuestro tamaño medio, somos un centro de investigación altamente competitivo y que genera confianza, tanto a nivel nacional como internacional. Eso nos hace ser tremendamente atractivos por nuestro potencial margen de crecimiento, lo cual supone un reto para la dirección científica que comparto con la Dra. Mª del Mar Malagón. Un marcador evidente do es la incorporación reciente de investigadores provenientes de los centros de investigación más prestigiosos del mundo (Universidad de Harvard, King's College de Londres, City College de New York….), fenómeno que este año ha sido sorprendente y espectacular.

La labor del Imibic y de sus investigadores ha sido ampliamente reconocida. ¿Cómo ayuda esto?

El Imibic contaba con el reconocimiento tanto de las instituciones como de los agentes sociales de nuestra provincia y de nuestra comunidad. Pero tras la primera ola de la pandemia nuestra visibilidad ha aumentado a nivel nacional e internacional y ahora se conoce que en la ciudad de Córdoba hay un centro de investigación que se llama Imibic y en el que se están desarrollando estudios importantes para mejorar la salud de los pacientes. Aquí ha tenido un papel clave la difusión que se ha hecho desde el Instituto con mensajes sólidos basados en evidencias científicas pero con un lenguaje correctamente adaptado para que la población pueda entender. Además, esto va a permitir sensibilizar a la población sobre la importancia que tiene el trabajo que realizan.

La financiación es uno de los grandes problemas de la investigación. ¿Cómo están en este sentido? ¿Qué medidas consideraría necesarias para potenciar la investigación en España?

La financiación de la investigación en España es y ha sido muy escasa, lo que nos resta competitividad frente a otros países europeos. Sin embargo, si analizamos de dónde venimos y a pesar de que cada vez la inversión es menor, al organizarnos como Instituto nuestra capacidad para generar recursos se ha multiplicado de manera espectacular. Así, con tan magra inversión pública somos muy eficaces y competitivos, siendo un buen ejemplo de que la investigación es rentable. Personalmente no me gusta lamentarme de esa baja inversión sino que me es más atractivo pensar en cómo captar más recursos de otras fuentes, como la colaboración público-privada y la colaboración internacional. En este sentido el acercamiento, a las empresas interesadas por el progreso, es fundamental. Aún así, si queremos crecer como país y posicionar la investigación debemos invertir en innovación y en biotecnología, lo que requiere un cambio drástico de pensamiento para generar un modelo productivo basado en el desarrollo tecnológico y no en los servicios. A mí me gustaría pensar que es un buen momento para que la investigación sea reconocida como una de las piezas capitales de ese cambio de modelo, revirtiendo la historia desafortunada de escasez en inversiones. Pero hay un problema que me preocupa aún más y que no supone realmente un problema de inversión, y es el relevo generacional del investigador clínico. Estos investigadores, claves en el Instituto, suelen compaginar su formación MIR y su labor asistencial con los estudios de doctorado, en un ambiente hostil, ya que el sistema sanitario le da escasa relevancia a la formación investigadora del médico, lo que en muchos casos disuade a los propios interesados. Creo que es fundamental que protejamos a los investigadores más noveles de nuestro país, dado que nuestro futuro está en sus manos.

Ahora, con la pandemia, parece que se es más consciente de la importancia de la investigación. ¿Cree que se abrirán nuevos horizontes en este sentido?

Esperemos que así sea, aunque la experiencia nos hace ser escépticos. Al principio de la pandemia pusimos en marcha varias iniciativas con el apoyo de nuestra unidad de innovación tecnológica. Mediante impresión 3D colaboramos en el diseño de material de protección, desarrollando pantallas de protección facial, tubos para respiradores y mamparas de protección para quirófano. Esto nos permitió interactuar con muchas empresas que no nos conocían y que actualmente han puesto en valor al Imibic.. Actualmente estamos trabajando de manera conjunta con el Ayuntamiento (IMDEEC) y la UCO en el desarrollo de un proyecto estratégico para la localización de empresas del sector salud en nuestra ciudad y cuya piedra angular será la incubadora de empresas que se promoverá en el campus tecnológico de Rabanales 21.

En estos momentos todos los ojos están puestos en la vacuna del covid. ¿Ve posible una vacuna a corto plazo?

Las noticias que han aparecido esta semana son muy prometedoras, por tanto nuestra lectura debe ser optimista aunque siempre desde la prudencia. La noticia de la vacuna de Pfizer refleja que se está avanzando en la investigación para buscar una solución y aunque los datos son preliminares parece que va por el buen camino. Todavía no se puede poner fecha para la vacuna, ni tampoco podemos afirmar que la existencia de una o varias vacunas sea la solución definitiva para acabar con el virus. Mientras tanto debemos promover estrategias que faciliten el acceso a pruebas fiables y rápidas junto a las de responsabilidad individual reiteradamente expuestas.

Existe cierta reticencia de una parte de los ciudadanos hacia las primeras vacunas contra el covid. ¿Qué tiene que decirles?

En la prevención de la segunda ola hemos fracasado como colectivo social. Las medidas eran relativamente sencillas, usar la mascarilla, lavado de manos y mantener la distancia social, pero nuestro grado de responsabilidad no ha sido el suficiente. Por tanto, la vacunación va ser una cuestión crítica si queremos empezar a vencer al virus. Las reticencias suelen derivar de la falta de información, de conocimiento técnico y de credibilidad en la ciencia. Cuando nos llegue la publicación final podremos hablar con rotundidad y muchas reservas desaparecerán, pero si podemos avanzar que por cuestión de seguridad podemos tranquilizar a la población dado que, seguro que lo serán, ya que existe una estricta vigilancia por las agencias reguladoras de los medicamentos. El grado de eficacia será más difícil de predecir porque dependerá de factores que a veces no son controlables, como la misma mutación del virus. Personalmente, como médico y como científico, soy un defensor de la vacuna, pero no solo de esta cuando la tengamos disponible, sino también de las muchas que han cambiado el destino de la humanidad y a las debemos millones de vidas, como sucede con la viruela, la poliomielitis, el sarampión, la difteria, la tosferina, la gripe o el neumococo, en especial en pacientes con enfermedades crónicas.

Además de las vacunas, en este momento son necesarios tratamientos específicos para el covid. En ese sentido, el Imibic ha presentado un estudio pionero sobre la importancia del calcifediol para reducir los ingresos en UCI y la mortalidad en pacientes afectados. ¿Cómo va esta investigación, en qué punto se encuentra ahora?

Este estudio se plantea en los primeros días del confinamiento, para testar una hipótesis biológicamente plausible, como se demostró posteriormente. En el estudio se incluyen un grupo de pacientes con la infección con COVID y se demuestra que el Calcifediol actúa como estimulador del sistema inmune para defenderse de virus, reduciendo el síndrome de dificultad respiratoria aguda, lo que se acompaña de una reducción de la necesidad de ingresos en unidades de cuidados intensivos y una menor mortalidad. Sin embargo, en medicina para implantar un tratamiento con la suficiente garantía no es suficiente un hallazgo aislado en un estudio piloto, ya que nuestro compromiso con la ciencia nos obliga a poner el rigor y la seguridad por encima de todo. Actualmente se está realizando un ensayo clínico que ya lleva reclutados más de 300 pacientes, y en el que participan 15 hospitales de toda España, con un diseño más robusto y que finalmente nos permitirá responder a la pregunta de investigación. Hasta entonces cualquier resultado puede ser posible.

¿Qué retos tiene ahora por delante el Imibic?

Inicialmente nuestro ámbito era nacional pero nos hemos ido internacionalizando. Ahora debemos plantearnos metas más ambiciosas. Tenemos que buscar un espacio que nos haga referentes internacionales y nos sitúen en un nivel superior, el de esos grandes centros que hacen avanzar a la ciencia más pionera. Este propósito es muy difícil porque necesita nuevos paradigmas entre los que se incluyen que nos creamos que podemos hacerlo; que dispongamos de una financiación que nos iguale a los centros con los que queremos competir: que los investigadores consolidados internacionales entiendan que merece la pena venir a investigar a Córdoba; que se entienda que el médico investigador es un modelo al que hay que proteger y potenciar; que los jóvenes se ilusionen con desarrollar un proyecto personal asistencial e investigador: que el mundo empresarial entienda que la innovación en salud es un objetivo que merece la pena apoyar y que es rentable para todos; que nuestra sociedad interiorice la necesidad de hacer filantropía destinada a la investigación biomédica para mejorar la calidad asistencial y que nuestros políticos e instituciones se crean que cambiar el modelo productivo no es un señuelo electoral ni diletante sino un problema enorme que ya no podemos eludir más.