Pablo López es un joven estudiante cordobés de Educación Social que desde hace un año colabora como voluntario en Córdoba Acoge. En los últimos meses, ha vivido de cerca la pandemia, en contacto directo con los usuarios de la asociación. Cuando empezó, quería conocer de cerca el colectivo de las personas migrantes para «aprender, tomar algo de contacto y ayudar en lo que pudiese a estos chicos en su proceso».

La pandemia lo ha trastocado todo, pero le ha hecho más consciente de las desigualdades que existen y de que todo el mundo puede aportar su granito de arena para combatirlas. «El acompañamiento no es lo mismo, los saludos son más fríos y la comunicación con la mascarilla más difícil». Sin embargo, la situación no le ha impedido compartir tiempo con ellos este verano. «Ha sido fantástico, han confiado en mí y he aprendido mucho de todo lo que hemos conversado, creo que escucharlos es lo mínimo que podemos hacer».

En este tiempo, la experiencia le ha afianzado la vocación por lo que estudia y ha aprendido «a relativizar los problemas», asegura, y a ver «el esfuerzo continuo que realizan las personas inmigrantes y su lucha constante». Para el 2021, solo piensa en salud, confiesa, «ojalá pueda seguir aprendiendo de buenas experiencias como estas y que poco a poco (porque no será un cambio de la noche a la mañana), consigamos salir del virus para recuperar la mayor normalidad posible, pero sin olvidar lo que ha pasado».