Para hacer realidad un desfile como el presenciado está mañana en París, en el que Palomo Spain ha presentado su colección Pompeii hace falta dar primero muchas puntadas y procurar que todo esté cosido y bien cosido. Pero no se trata de costuras sobre la ropa a exponer, que también, sino de otro tipo de cuestiones que si fallan harán que el resultado final no sea el mismo.

Las horas previas a que suene la música y se enciendan los focos son frenéticas desde bien temprano. Costureras, peluqueros, maquilladores y asesores de todo tipo van recibiendo en el denominado backstage backstagea los jóvenes que desfilarán para que se pongan en sus manos y transformen sus rostros juveniles en las icónicas imágenes ideadas por la ensoñación creativa del más creativo de los diseñadores actuales.

Tras el peinado y el maquillaje, los modelos esperan pacientemente el momento de que algún otro miembro del equipo le coloque el diseño asignado. Antes, alguien ha colocado fotos con todos y cada uno de los trajes con el nombre del cuerpo que los llevará. Al lado, en un pasillo, de los percheros cuelgan también las prendas a presentar perfectamente ordenadas e identificadas. Entre tanto, los responsables de la vertiente técnica ensayan luces y sonido y hacen que los modelos hagan un miniensayo general para medir tiempos, iluminación y duración aproximada del desfile.

Tareas de peluquería antes del desfille. FOTO: RAFAEL VALENZUELA

Por otro lado, otra parte del staff identifica a los asistentes para llevarlos al lugar que tienen asignado; la prensa por aquí, las autoridades por allá y el resto en las otras salas. A esa hora, con Alejandro Gómez Palomo es difícil hablar porque la tensión del momento no se lo permite.

De pronto, todo el mundo parece estar en su sitio y quien no lo está se coloca apenas suenan los primeros compases de una banda sonora propia de una película de aventuras. El silencio se hace y aparece el primero de los jóvenes modelos con una composición de color beige. La erupcion de Pompeii ha comenzado.