En los colegios de Córdoba, aunque hacen falta aún muchos recursos (sobre todo profesionales), cada vez existe una mayor implicación en la atención a la diversidad, de forma que está creciendo poco a poco el número de alumnos con capacidades distintas (entre ellas el autismo) que logran finalizar la etapa de primaria, apunta la directora técnica de Autismo Córdoba, María Muñoz, cuando hace apenas unas décadas no existían muchas opciones para ello.

Sin embargo, el mayor problema existe en la educación secundaria y ciclos formativos, etapas en las que, fundamentalmente por la escasez de apoyos y una reducida oferta de ciclos a los que puedan optar la mayoría de chicos con trastorno del espectro autista (TEA), estos alumnos se frustran y acaban por dejar los estudios, cuando muchos por capacidad podrían haber tenido opciones de sacarse un título, indica María Muñoz. Y se da esta situación, a pesar del esfuerzo que los propios estudiantes han realizado para llegar al instituto (contando con el apoyo de sus profesores en la escuela, en los centros donde reciben formación complementaria, como es el caso de Autismo Córdoba, y de sus propias familias).

Esta representante de Autismo Córdoba entiende que, para evitar ese abandono y no limitar la formación, el sistema educativo debería dar respuesta a los diferentes perfiles de personas con autismo, ser más flexible e incluir apoyos específicos e individualizados en educación secundaria y formación profesional, como los que existen en infantil y primaria, y reclama además que los apoyos en los ciclos formativos se contemplen como medida reglada y no quede en la buena voluntad de los profesionales a cargo de esa formación.

«Todas las personas con TEA deberían contar con los recursos necesarios, para en función de sus necesidades y posibilidades, alcanzar las mayores metas y recibir la mejor educación posible. Que cuando superen los 21 años y salen del sistema educativo tengan opciones de formarse o trabajar. Sabemos que nuestra exigencia es compleja, pero la preservación de los derechos de las personas con autismo es el motor que mueve a Autismo Córdoba», resalta Muñoz.

Hasta ahora, llegar a la universidad para un joven con autismo, incluso los de alto funcionamiento, era una misión algo compleja, pero la directora técnica de Autismo Córdoba apunta que, gracias entre otras medidas al programa Faroh, puesto en marcha por esta asociación para jóvenes que, aunque tienen TEA requieren pocas necesidades de apoyo, están contactando con la asociación jóvenes y adultos que han llegado a finalizar estudios (en muchos casos universitarios) y se encuentran en búsqueda de empleo.

María Muñoz recalca que en el ámbito laboral surge otro escollo para las personas con autismo, ya que si encontrar un trabajo es complicado para los jóvenes en general, lo es más aún en un mundo donde las particularidades de las personas con TEA, que muchas veces van a ser positivas y enriquecedoras, no siempre se entienden ni se valoran.

Para tratar de revertir este limitado futuro laboral para las personas con este trastorno por la escasez de oportunidades y de convocatorias destinadas a ellas, Autismo Córdoba ha iniciado este curso un servicio de orientación y capacitación que se adapta a las personas con este trastorno. También cuenta con el programa de vida de adultos, que atiende a 21 personas adultas con TEA, que ayuda a trabajar indicadores de calidad de vida, autonomía, desarrollo personal o disfrute del ocio y fomenta las prácticas prelaborales. Desde hace unas semanas Autismo Córdoba cuenta además con un piso que persigue ayudar a estos jóvenes a desarrollar habilidades básicas de la vida diaria y a desenvolverse de forma independiente.

Colaboraciones

«La formación prelaboral de las personas con autismo se trabaja en colaboración con varias instituciones. Con Fepamic y la Delegación de Salud tenemos sendos convenios para que nuestros chicos realicen prácticas en el ámbito de la hostelería y de oficina. Buscamos proyectos y necesitamos más apoyos de organismos públicos y privados para ampliar las posibilidades de estos jóvenes a nivel laboral y que puedan demostrar su formación, pues el año pasado hicieron un curso en hostelería, que para ellos fue una práctica muy enriquecedora y que les hizo mejorar su autoestima. Esa formación en hostelería formaba parte del programa del Fondo Social Europeo de la Fundación ONCE y este año se comenzará con otra en mayo sobre diseño e ilustración», destaca María Muñoz.