Una media de 3 a 5 alumnos reciben habitualmente medidas disciplinarias de suspensión de derecho a asistencia al centro educativo por su actitud en clase, que altera la normal convivencia en el centro educativo. Esta situación, que preocupa a los institutos, y que deja a los alumnos una media de dos semanas o diez días en su casa, sin hacer nada, ha encontrado una respuesta pionera que ayer se materializó en el centro cívico Fuensanta, con la firma de un acuerdo de colaboración entre los institutos La Fuensanta, Fidiana. Santa Catalina de Siena y Galileo Galilei, con las entidades Ingema (Jardín Botánico), Hogar Fráter, Banco de Alimentos y Cáritas.

Así pues, el proyecto Soy útil sale al fin adelante, con el aval de la Delegación de Educación, y tras un año de trabajo en el marco del Foro Educación y Barrio Sureste (FEBS), en el que se integran los diez centros educativos del distrito, varias delegaciones municipales, el centro de salud Fuensanta, la red de Ampas y el consejo de distrito Sureste. La iniciativa busca solucionar conflictos que no son ajenos a la vida escolar, al tiempo que «trabajamos para la prevención de situaciones violentas y tratamos de prepararlos para afrontar dichas situaciones y la necesidad de formarse continuamente como personas responsables», explicaron ayer los organizadores del proyecto.

Diana Bazo, profesora del IES Fidiana, admitió que «el problema no es especialmente llamativo, pero nos preocupa a los centros, a los que se nos agotan los recursos para dar respuesta a este alumnado». Los profesores de los institutos entienden que, pese a que se trabaja para la prevención de situaciones violentas y para formar personas responsables, hay casos que derivan en la expulsión del centro, «y muchas familias manifiestan las dificultades para atenderlos durante los periodos de expulsión». El perfil del alumnado expulsado es, según Diana Bazo, el de «un chico con actitudes disruptivas».

Con esta iniciativa, el alumno sancionado, previa aceptación de sus familias, acudirá a distintos espacios donde estas entidades desarrollan su labor, donde realizarán actividades solidarias que les harán sentirse útiles a la sociedad. Cuando vuelvan a clase, los alumnos explicarán a sus compañeros esta experiencia y «se generará un vínculo de colaboración con las oenegés», explicó Diana Bazo, junto al presidente del Consejo de Distrito Sureste, Enrique Rodríguez.

En definitiva, cuentan, este proyecto «es un método para unir compromiso social con el aprendizaje de conocimientos, habilidades, actitudes y valores».