Intento gastar lo menos posible, pero tengo dos hijos pequeños y vienen del colegio congelados porque ahora con el covid tienen las ventanas abiertas todo el día, así que intentamos que entren en calor enchufando el brasero que es lo que menos gasta y con mantas». Es el testimonio de Carmen M., una madre del barrio del Guadalquivir que combate el frío sin excederse en el consumo. «Si enchufas más cosas de la cuenta, la factura te da el susto a final de mes, así que no te puedes pasar», asegura, «yo pago unos 60 euros mensuales de luz, ese es mi presupuesto tope».

Con la tarifa eléctrica en el mercado mayorista disparada y una ola de frío que ya ha dejado varios días los termómetros bajo cero, la demanda de ayudas por parte de familias cordobesas en situación de vulnerabilidad para hacer frente al pago de suministros no deja de crecer, aunque muchas otras conviven con el frío en sus hogares. Según datos del área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Córdoba, 59 familias solicitaron entre el 1 de octubre y el 21 de diciembre una ayuda de emergencia social para pago de suministros, mientras del 21 de diciembre hasta ahora ya se han registrado 23. Aunque el aumento es significativo, lo cierto es que la cifra es ridícula si se piensa en que, según el último estudio del Ministerio de Transición Ecológica sobre pobreza energética, publicado en noviembre del 2020 con datos previos a la crisis sanitaria del covid-19, una de cada diez familias cordobesas no pueden mantener su hogar a una temperatura adecuada en sus casas durante el invierno y un 9,4% presenta retraso en el pago de facturas, dos indicadores que revelan las dificultades de los hogares para afrontar el gasto que supone el suministro eléctrico.

Según el informe del Ministerio de Transición Ecológica, los hogares unipersonales de mayores de 65 años son los que presentan índices más elevados de pobreza energética escondida, a los que se suma un repunte de los hogares de parejas con tres o más hijos. La pobreza energética escondida afecta al 15,53% de las familias y se detecta por el consumo inusualmente bajo de electricidad. Son esos hogares en los que los usuarios prefieren pasar frío a gastar demasiado. Es el caso de Rafaela A. B., una vecina del Sector Sur de 77 años, que gasta unos 30 euros de luz al mes aunque no tiene bono social. «Yo siempre llevo mi bata puesta y me pongo un radiador que quito y pongo estos días que hace tanto frío, pero no me puedo mover del salón porque enseguida que vas a otra habitación te quedas congelada», explica convencida, «hay que ajustarse para no gastar más de la cuenta y si hace falta ponerse más ropa, te la pones y ya está».

Cruz Roja alertaba recientemente de la situación de muchos hogares. En el 2020, la entidad ayudó a 600 familias de Córdoba a combatir la pobreza energética con el pago de facturas de suministros y el reparto de kits de emergencia energética. El 50% de las familias atendidas por Cruz Roja en la provincia tienen que elegir entre pagar gastos básicos como la alimentación o calentar sus hogares, una situación que se ha agravado con la pandemia. Asimismo, para el 65% de las familias que atiende los gastos de la vivienda suponen «una carga pesada» y el 37% afirma que «pasa frío en su hogar» durante el invierno.