El cultivo del olivar ha experimentado cambios fundamentales en las últimas décadas de la mano de la ciencia y la directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba, Rosa Gallardo, reivindica que «a lo largo de su historia, la investigación en Córdoba ha ido acompañando los cambios más significativos que han permitido modernizar el cultivo: el riego por goteo, la mecanización de labores, el cultivo superintensivo (o en seto), en auge actualmente, o el desarrollo de variedades adaptadas al seto como la sikitita».

En este sentido, precisa que existe una línea de investigación «muy significativa» para la obtención de nuevas variedades de olivo y destaca otros proyectos como uno financiado por la Interprofesional del Aceite de Oliva Español para lograr variedades resistentes a Verticilium o un proyecto LIFE «en el que se intentarán obtener nuevas variedades resistentes a Xylella fastidiosa». A esto añade, entre otras muchas iniciativas, que «destacables son también la investigación asociada a la eficiencia y sostenibilidad del agua y la energía en el regadío».

Gallardo recuerda, además, que en el 2017 la UCO firmó un convenio con el Ministerio de Economía denominado Innolivar y cofinanciado con fondos Feder y por las interprofesionales del aceite de oliva y la aceituna, que está dotado con más de 13 millones de euros. Así, detalla que «el equipo técnico está formado por más de 40 investigadores de la Etsiam, lo que sitúa a la escuela en la vanguardia de la innovación, llamada a liderar la revolución tecnológica del olivar en los próximos años».

Acerca de los objetivos actuales, la directora afirma que la Etsiam «asume el reto de adaptar y aplicar la revolución tecnológica del siglo XXI a la agricultura y, y cómo no, al olivar».

Nuevas variedades

Uno de los avances más significativos del cultivo ha sido la aparición del sistema superintensivo y, sobre sus orígenes, el catedrático de Agronomía de la UCO Diego Barranco rememora que ya en los años 80 se produjo una intensificación del cultivo denominada olivar intensivo, aunque en su opinión «la revolución más importante» se dio a partir de mediados de los 90, con el desarrollo del olivar en seto.

Barranco recomienda el visionado de la película La senda del azar al entender que se trata de un filme «muy ilustrativo» del comienzo de este sistema. A modo de resumen, comenta que en 1995 unos empresarios catalanes que se dedicaban al viñedo con plantaciones que ya se recogían mecánicamente con cosechadoras probaron la máquina con unos olivos de la variedad arbequina y «vieron que funcionaba», concretando que «si hubieran probado con otras variedades habría sido un fracaso, pero esa es más compacta y se adapta muy bien a estas plantaciones de alta densidad, de hasta 2.500 árboles por hectárea». Después de esto, la idea se extendió, aunque según recuerda este experto encontró bastante oposición en el propio sector y desde numerosos centros de investigación. Pensaban que tras unos años los setos de olivo crecerían tanto que la máquina no podría pasar por encima.

Sin embargo, «algunos investigadores veíamos que había variedades más pequeñas, menos vigorosas y que podría funcionar. En 1999 planteamos unos ensayos en Pedro Abad y se ha visto que el sistema funciona y tiene muchas ventajas», asegura, para aclarar que «con la poda, con riego deficitario y técnicas de cultivo orientadas a que no se desarrollen mucho, funciona perfectamente y hay plantaciones que tienen más de 20 años y siguen produciendo».

Este catedrático, responsable del grupo de investigación Ucolivo, comenta que el de olivar en seto es el sistema preferido «sobre todo en grandes fincas, porque abarata mucho los costes de poda y recolección, que son los mayores». Recientemente, el sistema ha comenzado a probarse en parcelas de secano, ubicadas en terrenos frescos, con densidades más bajas, de unos 800 olivos por hectárea, y también funciona. Asimismo, se realizan pruebas para recoger la aceituna de mesa, que hasta ahora se había cogido a mano, con cosechadora.

Ucolivo inició en los 90 un programa para obtener variedades adaptadas a las nuevas necesidades del olivar. Al surgir el superintensivo, comenzaron la selección de nuevas variedades porque «la inmensa mayoría de las tradicionales no sirven», explica. En el 2009 registraron sikitita y el año pasado presentaron otras dos, sikitita dos y sikitita tres. Estas últimas producen aceites diferentes al de arbequina, ya que son más parecidos al picual, porque tienen más polifenoles, mayor contenido en ácido oleico y mucha estabilidad.

Entre otras ideas, Diego Barranco comenta que un resultado colateral del desarrollo del sistema de olivar en seto ha sido que Córdoba «es líder internacional por el número de empresas de servicios que hacen estas plantaciones de olivar en seto y asesoran a los agricultores».