Se llama Alejandro Sanz, tiene 31 años y, aunque no es tan famoso como el popular cantante, para su familia y, sobre todo, para su hijo Cayetano, es el mejor. Alejandro, que es de Mairena del Aljarafe (Sevilla), volvió a la vida el pasado 11 de septiembre, día en el que recibió un trasplante bipulmonar en el hospital Reina Sofía, uno de los 49 injertos que el centro llevó a cabo el pasado año.

Alejandro padece fibrosis quística desde que nació, al igual que su hermano Jesús (mellizo con él). Hasta los 27 años pudo hacer una vida más o menos normal, aunque eran frecuentes las hospitalizaciones debido a su enfermedad, patología que motiva uno de cada tres trasplantes pulmonares.

En el 2017 a este joven le concedieron la incapacidad absoluta, ya que sufría muchas crisis y su capacidad pulmonar era de solo el 30%, por lo que entró en lista de espera para trasplante. Solo 10 meses después recibió la llamada de que había un donante y se produjo el doble trasplante pulmonar. «Tenía miedo por la operación, pero más ganas de recuperarme por mi hijo, para sentirme bien y disfrutar de él», comenta Alejandro. En su caso, la recuperación después del trasplante bipulmonar se complicó algo más de lo habitual. Actualmente, gracias a los avances en la técnica trasplantadora y a los nuevos tratamientos, muchos trasplantados tienen un posoperatorio positivo. Sin embargo, este joven estuvo tres meses en la UCI, 15 días de ellos en coma y 75 en aislamiento. «Los primeros días los médicos no contaban con que sobreviviera. De la primera operación, la del trasplante no desperté. Me volvieron a operar el 10 de octubre, del pulmón derecho, y a partir de ahí empecé a mejorar», cuenta.

Junto a su mujer y su padre, a las puertas del hospital Reina Sofía. Foto: FRANCISCO GONZÁLEZ

Alejandro, en una pequeña salida de la UCI para estar con su hijo. Foto: CÓRDOBA

De estar tanto tiempo aislado en la UCI, Alejandro se sentía depresivo, así que la doctora Purificación Carmona permitió que pudiera dar paseos fuera y que viniera su hijo a verlo, lo que para él fue la mejor medicina. Por fin, el 11 de diciembre recibió el alta, aunque de pasar tantos días sin poder moverse en la UCI, a Alejandro le ha quedado un problema en el nervio de un pie, que están tratando de corregir en el Reina Sofía. Este joven agradece a su donante la segunda oportunidad que le ha dado; a los profesionales del Reina Sofía, su atención y cuidados, y a su mujer, Sara, y toda su familia, el cariño recibido en estos meses duros, pero a la vez esperanzadores, porque ahora Alejandro, que ama el deporte, ha iniciado una nueva carrera, la de su segunda vida, una prueba que esta vez quiere ganar.