El doctor Felipe García Alcaide (nacido en Córdoba en 1964, pero criado en Montilla), está dirigiendo un proyecto de investigación en el hospital Clínic de Barcelona, donde es jefe de sala de Enfermedades Infecciosas, cuyo objetivo es desarrollar y probar en estudios preclínicos una nueva vacuna contra el coronavirus.

El proyecto de investigación cuenta con financiación de la Dirección General de Investigación e Innovación en Salud (DGRI) de la Generalitat catalana, dentro de las líneas científicas iniciadas para la prevención y tratamiento del covid-19. El hospital Clínic está llevando a cabo una veintena de ensayos clínicos y proyectos de investigación acerca del nuevo coronavirus. Los estudios abarcan diversos ámbitos, desde un conocimiento más profundo del virus y de sus mecanismos de infección hasta el desarrollo de nuevos tratamientos y los ensayos clínicos de vacunas. También hay proyectos que quieren aplicar inteligencia artificial a los datos que las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) recogen sobre los pacientes ingresados ??por covid-19 para identificar biomarcadores que predigan la evolución de los pacientes.

Felipe García lleva vinculado al hospital Clínic 30 años, desde que empezó la residencia de medicina interna. También ejerce como profesor en la Universidad de Barcelona y coordina, dentro de la Red de Centros de Investigación en Sida del Fondo de Investigaciones Sanitarias, el Grupo Español de Investigación en Vacunas Terapéuticas y Preventivas frente al VIH.

-¿En qué consiste el proyecto de investigación que va a dirigir?

-Hemos formado un consorcio, coordinado por nuestro hospital, junto con el Centro Nacional de Biotecnología de Madrid, la Universidad de Santiago de Compostela, el Barcelona Supercomputing Center, IrsiCaixa en Badalona y la Universidad Libre de Bruselas, para proponer una estrategia nueva de vacuna frente al covid-19. El objetivo principal del proyecto es desarrollar y probar en estudios preclínicos una nueva vacuna contra el SARS-CoV2, que induzca respuestas del sistema inmunitario contra el virus a largo plazo. Nuestra propuesta es diseñar una vacuna frente al covid-19, basada en el ARNm (ácido ribonucleico mensajero) del virus, que es una alternativa prometedora a las vacunas convencionales por su gran potencia, desarrollo rápido, de bajo coste de fabricación y administración segura. Para ello, los investigadores emplearán métodos computacionales para identificar las partes del virus que provocan una respuesta más grande del sistema inmunitario y diseñarán la vacuna, teniendo en cuenta estos aspectos para conseguir una inmunidad contra el virus a largo plazo.

En enero se hablaba de una posible pandemia mundial, aunque de mortalidad baja

-¿Cuándo se ha empezado en el hospital Clínic a trabajar en la veintena de estudios que ha puesto en marcha en relación con el coronavirus?

-Desde el primer momento. El Clínic es centro de referencia para enfermedades emergentes en Cataluña, al igual que lo es el hospital de La Paz en Madrid. Ya participamos en los dispositivos que hubo con la gripe A en el 2009 o en el del ébola en el 2014, aunque aquí no tuvimos ningún caso de este segundo brote, solo varias sospechas. Las instalaciones estaban preparadas para el coronavirus, aunque no con tan gran magnitud. Nadie lo esperaba. Sí estuvimos mejor preparados cuando ocurrió el ébola y otros coronavirus anteriores, como el MERS o el SARS. Tenemos instalaciones y personal y estamos preparados desde hace años en protección individual, en cómo atender a los pacientes, protocolos en marcha para algo parecido, aunque no de esta magnitud.

-¿Cómo se está trabajando en el hospital donde ejerce?

-En base a las tres bases de la infección. En la primera fase el virus ataca el organismo. En otra fase, el organismo se empieza a defender, y en un tanto por ciento de pacientes, la defensa es tan grande, que al final casi acaba con el paciente y ese paciente termina en la UCI. En la primera fase lo que hay que utilizar es antivirales y en nuestro hospital estamos trabajando en intentar matar el virus e impedir que replique o se multiplique y que se tenga que llegar a la segunda fase o a la tercera fase, de la UCI, que es la peor. En la segunda fase se usan otro tipo de fármacos que son de tipo antiinflamatorio, que disminuyen la respuesta tan excesiva del organismo frente al virus, y estamos participando en varios ensayos clínicos, intentando reducir la inflamación tan importante de los pacientes, para tratar de que no acaben en la unidad de cuidados intensivos. Además, se trabaja para intentar prevenir que los profesionales sanitarios no se infecten con medicamentos que pudieran prevenir que se infecten.

-¿Había vivido una situación sanitaria de esta magnitud a lo largo de sus tres décadas de trayectoria profesional?

-La epidemia del sida la viví porque estaba empezando a hacer la residencia de la especialidad de medicina interna en 1990, que era la peor situación, porque no había tratamiento. Fue una época muy mala, no se puede comparar con la situación actual. Entonces, por el sida, se veía afectada gente muy joven, con un estigma social muy importante, que esta epidemia no lo tiene. Jóvenes que vivieron una situación muy dramática. Quien tenía sida en aquella época presentaba una posibilidad de morirse del 100% prácticamente. No había posibilidad de curarse. Es verdad que el virus del sida no apareció con la virulencia del coronavirus ni con la rapidez de expansión de este segundo, pero estamos hablando de que el sida ha matado hasta ahora a más de 30 millones de personas. Es algo realmente terrible. Y los que vivimos aquella época la recordamos como una situación muy dramática, con un añadido del estigma social. Ha costado muchos años que estas personas fueran aceptadas. Era muy duro entonces para ellos, porque era gente joven. La situación actual es un grave reto para el sistema sanitario.

-¿Pensaba que la expansión del coronavirus iba a tener las consecuencias tan graves que está causando?

-En enero había tres modelos posibles sobre la evolución, que son los mismos que hay ahora. Y ya se conocía. Yo no soy epidemiólogo, pero ya se hablaba de una posible pandemia mundial, aunque la mortalidad se contemplaba baja. Si calculas una mortalidad, como la de la gripe o un poco mayor, que vaya a afectar a un tercio de la población mundial, supone un problema de primera magnitud. El segundo modelo es que se trate de una epidemia estacional, que todavía no lo sabemos, en el sentido de que cuando venga el buen tiempo, pues realmente no es que desaparezca la enfermedad, sino que se inhibiría un poco. Hay algún estudio que refleja que en Andalucía, Murcia o Canarias hay menos casos, por su temperatura, que en otras regiones como Madrid, Cataluña, País Vasco o Cantabria. En aquellos países de mucho frío, por ejemplos los nórdicos, o de mucho calor, no es que no haya transmisión, pero es posible que sea menos. Sería un modelo en el que estamos pasando una peor época ahora, que mejorará la situación y que nos vendrá una segunda oleada en los países del sur, que es el invierno para otras naciones. Y el tercer modelo, que es el que estamos viviendo ahora, el de contención, como en Italia, China, que es el que estamos empezando a ver en España, en el que parece que la curva de infecciones se está aplanando y que probablemente eso implicará que esa curva bajará. No sabemos lo que pasará cuando las fronteras vuelvan a abrirse y haya una movilidad normal. Vamos a ver qué pasa en China, donde realmente están empezando a abrir las fronteras. Si no vuelve a haber un brote epidémico o a lo mejor hay pequeños brotes epidémicos con los que tenemos que convivir en los próximos dos años. Por tanto, serían tres posibilidades. Una gran pandemia mundial, con un tercio de la población mundial afectada; un segundo modelo, en el que clima influya, y un tercer modelo, en el que nos enfrentemos a brotes, dependiendo del confinamiento de la población, en el que tendremos que comprobar si al abrir el confinamiento provocamos esos pequeños brotes.

Me consta que el personal sanitario se está dejando la piel, es algo espectacular

-¿Y cuál es el mejor modelo de los antes citados?

-El segundo y tercer modelo son buenos porque no hay tantas personas infectadas y el tiempo es importante para encontrar un tratamiento y una vacuna eficacees. Estamos entre todos trabajando a marchas forzadas para encontrar un tratamiento y una vacuna eficaz, que pueda cambiar el curso de la epidemia.

-¿Es necesario ir un poco a contrarreloj en busca de tratamientos?

-Todo el mundo es muy consciente de que hay que ir rápido. Los comités de ética que pueden tardar semanas o meses en aprobar ensayos clínicos y proyectos de investigación ahora pueden tardar días. Un ensayo clínico que tenga importancia y entidad ahora en pocos días puedes tener la aprobación, como es una enfermedad a corto plazo, que dura relativamente poco, dura semanas no años, la respuesta la puedes tener pronto. En semanas podemos obtener algunos datos sobre ensayos clínicos menores y en el futuro otras aportaciones más claras. Probablemente, el resultado de una vacuna no lo tengamos hasta dentro de, como pronto, año y medio. Una vacuna que tenga visos de hacer un estudio clínico a gran escala para ver si realmente es útil. Si los tratamientos que tenemos ahora funcionan, aunque sea parcialmente, lo vamos a saber en un periodo corto de tiempo.

-A falta de poder contar en estos momentos con una vacuna para el covid-19, ¿con qué se está tratando principalmente a los pacientes en los hospitales?

-En los pacientes se están usando antivirales para acortar el periodo de estar enfermo o para evitar que empeoren. Hay varios tratamientos en esta línea que se están probando. La Organización Mundial de la Salud (OMS) está probando un medicamento que se llama remdesivir, que es un antiviral que ataca a una parte del virus y también está probando otro fármaco, como el el lopinavir/ritonavir, que es un medicamento usado para el VIH, que pensamos que puede jugar también una función significativa. También se está empleando un tercer fármaco, que se llama hidroxicloroquina para la malaria. Y se están probando otros fármacos, como el interferón, que se ha venido usando para la hepatitis C. La OMS y algunas compañías farmacéuticas están usando estos cuatro fármacos. Por otro lado, hay otros ensayos que se están haciendo en China o en Japón, con dos fármacos que aquí no tenemos, que también parece que muestran cierta eficacia. Pasando a los fármacos antiinflamatorios, se están probando ensayos clínicos para demostrar su eficacia cuando se llega a esta fase de la enfermedad. Una iniciativa española del Instituto de Salud Carlos III, junto a varios hospitales españoles, está reclutando a pacientes para infundir a afectados hospitalizados plasma de pacientes que se han curado para inhibir el virus. Por otro lado, participo en un ensayo clínico, con el remdesivir, del que forman parte también los hospitales de La Paz, de Madrid, y Cruces, de Bilbao. Por otro lado, el Clinic participa igualmente en otro ensayo con un tratamiento que se llama Siltuximab.

-¿Son días en los que ni la sanidad ni la investigación pueden permitirse el descanso?

-Puedo asegurar que existe una enorme entrega por parte del todo el personal de la sanidad. Todos los trabajadores, desde el personal de seguridad, limpiadoras, enfermeras, médicos, auxiliares. Es algo realmente espectacular. Se trabaja con mucha presión, porque es una enfermedad, que la mayoría va bien con ella y la afronta sin mayor problema, pero otros afectados se ponen mal muy rápidamente. Por eso, hay que estar muy atentos y me consta que el personal sanitario se está dejando la piel. Me gustaría aprovechar también este medio para agradecer la labor tan importante que estáis haciendo los medios de comunicación, porque es muy importante, ya que existe el derecho de que la población esté bien informada y esa misión se debe en gran parte a los medios de comunicación. Se está llevando a cabo un trabajo muy bueno.