MARÍA BONOSA GARCÍA

"No puedo salir sin ayuda de mi hijo"

El bloque en el que vive María Bonosa García con sus dos hijos se encuentra en la calle Calderón de la Barca y es otro de los que tenían preconcedidas las ayudas en el 2007 pero se quedaron sin las mismas, por lo que recurrieron a las del 2017. A esta comunidad llegaron «a perderle la solicitud de la subvención en un despacho de la Junta», según relata el presidente de la asociación de vecinos Santuario, Rafael Carmona. Su caso no es menos desesperante que otros. María Bonosa vive atrapada en un edificio del que solo puede salir con ayuda. «No puedo salir de mi casa como no esté mi hijo y me suba el andador», lamenta. En este caso las obras también se están eternizando para esta mujer de 81 años. «El agujero lleva tiempo hecho», señala, y de él, mientras estuvo sin tapar, salían en verano ratas y cucarachas, según relata su hijo. Además de pasar de una ayuda del 90% de la obra, que es la que tenían con la convocatoria del 2007, a otra del 40%, que es la que le han concedido, se suma que «los papeles se quedaron olvidados en algún despacho», que «el administrador no hizo las cosas bien» y que van por la segunda empresa constructora tras verse obligados a rescindir el contrato con la primera. «Pedimos varios presupuestos y la empresa elegida nos salió rana, luego buscamos a otra y ya era más caro, por lo que tuvimos que pagar más», afirma, pero piensa que «no es culpa de la Junta las cosas que han venido después».

MARÍA VICENTA CABALLERO

"Tengo que subir 53 escalones"

María Vicenta Caballero tiene 84 años y reside junto a su marido en una cuarta planta de un bloque del Pasaje de Santa Rosalía incluido en el listado de comunidades que pidieron la subvención en el 2007 pero que se quedaron sin ella a pesar de tener el proyecto aprobado y no haber podido firmar el convenio con la Junta. Después, la comunidad decidió solicitar las subvenciones de la convocatoria del 2017, logrando en ese momento ayudas, pero ya de menor cuantía. El bloque es uno de los que se encuentran en obras, aunque no están exentas de problemas. La adjudicataria abandonó la obra y la comunidad se vio obligada a buscar a otra empresa, lo que encareció los trabajos, que se reanudaron pero van a un ritmo lento. María Vicenta no puede ocultar su desesperación. «Estamos desesperados, llevamos muchos años esperando un ascensor, por lo menos más de 20 desde que empezamos a decir que lo iban a poner», recuerda. Tan largo le viene subir y bajar que se sabe de memoria los escalones que tiene que salvar hasta cruzar el umbral de la puerta de su domicilio. «Tengo 53 escalones para subir y nos cuesta mucho trabajo a mi marido y a mí», señala. María Vicenta lamenta que «no podemos subir ni bajar con nada en la mano, por lo que no podemos llevar ni la compra que hacemos». A esto se suma la tardanza de la obra, que «lleva ocho o nueve meses y solo está hecho el hueco para meter el ascensor».

María Vicenta Caballero.

PALOMA POVEDANO

"Nos quedamos en puertas"

Paloma Povedano vive en un bloque de tres plantas situado en Virgen del Mar que se encuentra en el paquete de los que aspiraban a las ayudas del 2007 y tenían el proyecto aprobado y solo pendiente de firmar el convenio. «Todo iba para adelante. Había edificios que habían empezado las obras y otros tenían los ascensores colocados. Se había agilizado la documentación. Vinieron los arquitectos. Lo teníamos todo. Nos dijeron que teníamos la subvención concedida, nos daban un 95%, e íbamos a empezar con la licencia de obras. Incluso había empresa constructora, pero nos quedamos en puertas y nadie nos dijo nada más», relata. Después, añade, «la Junta, al cabo de los años, nos mandó una carta desestimando la subvención». «Nos movilizamos», señala, e «hicimos un escrito de reclamación a la Junta», que no contestó e incluso se negó a entregar el expediente. Y ahí se quedó la historia. Después de aquello no pidieron más subvenciones. Otras comunidades, señala, optaron por «colocar los ascensores por su cuenta y riesgo». En relación a su bloque, la última noticia que tiene es que «nos llamó Vimcorsa y estamos pendientes de una reunión, pero no sé para qué». En su bloque, de más de 40 años, instalar un ascensor sin ayudas «es complicado» porque «la mayoría son personas mayores con pensiones pequeñas». Además, afirma que «algunos vecinos han muerto y ha venido gente joven que no está por la labor.