Se quedó en puertas de entrar en las primeras Cortes democráticas como diputado por UCD, a punto estuvo de ser senador, y no optó a la Alcaldía de Córdoba porque su mujer le dijo aquello de "o la política o yo". Sin embargo, ninguno de estos contratiempos frustró a Enrique Garrido. Al contrario, se los tomó como una liberación. O eso al menos cuenta ahora al recordar las cuitas de una Transición que no fue tan idílica como se la pinta.

--¿Cómo llegó a la política?

--A mí José Luis Fernández de Castillejo me había captado para el Partido Liberal de Garrigues Walker. Siendo todavía ilegal, en 1974, fuimos a una convención en Fuengirola. Luego, cuando murió Franco, entramos en la coalición de la UCD y fui cuarto en la lista para las primeras elecciones generales de 1977 por Córdoba. Carmelo Casaño, que también venía del Partido Liberal, iba de segundo. El primero era José Javier Rodríguez Alcaide, y el tercero Antonio José Delgado de Jesús.

--Y salieron los tres primeros. ¿Sintió quedarse en puertas, sin entrar al Congreso?

--No, no. Yo no tenía carácter para político, me ofrecieron cargos y los rechacé. Yo había estado en la gestación de UCD, tenía uno de los primeros números de la militancia, y una vez vino Antonio Fontán a Córdoba y, extrañado de que no tuviera un cargo me dijo: "Mañana mismo eres gobernador de Guadalajara". Le dije que no. No tengo yo estómago para tragarme un sapo todos los días.

--Pero aun así, estuvo en un tris de ser senador en las siguientes legislativas.

--Sí, Cecilio Valverde fue presidente del Senado porque yo renuncié a mi escaño. En aquellas elecciones hubo una movida muy gorda en Córdoba. Cecilio Valverde había salido en el 77 como senador con una pequeñísima diferencia de votos con Miguel Manzanares; tanto fue así que en el primer recuento que se hizo en el Gobierno Civil fue Manzanares el que salió, y lo celebró con la familia en el Aeroclub. Y estando yo al frente del escrutinio de votos en la Audiencia Provincial, cuando llegaron los de Fuente Palmera resultó que ganaba Cecilio Valverde por 114 votos a Manzanares. Por eso cuando llegaron los comicios del 79 Cecilio no quería arriesgarse a presentar su candidatura al Senado solo, sin estar arropado por el partido, porque las elecciones a senador como sabes son uno a uno y no una candidatura. "Quería presentarse como diputado --añade--, pero se negaron en rotundo los que iban en la lista al Congreso. Llamó a Suárez y este la misma tarde que acababa el plazo de presentación de listas me llamó a mí, que había sacado todos los votos en las primarias del partido, para que cediera mi puesto a Cecilio, al que había prometido la presidencia del Senado si por fin accedía a ir en la lista. A cambio me prometió ir de alcalde de Córdoba en las siguientes municipales".

--Pero eso no ocurrió. Fue Diego Romero el candidato...

--... Al que introduje yo en la UCD. En la aspiración a ser alcalde de Córdoba topé con la familia. Mi mujer me dijo que si yo iba de alcalde ella se iba a casa de su madre con los cuatro niños. En aquella época un alcalde no ganaba dinero, y eso me hubiera supuesto abandonar el despacho, que era mi medio de vida. Además que no, que no me gustaba el ambiente político, el pegarse puñaladas unos a otros. Y eso que en la UCD todos teníamos nuestras profesiones.

--Total, que la Transición tuvo sus más y sus menos hasta entre compañeros de partido.

--Sí, estuvo movidita. Y luego estaban los mítines. Yo di 73 en las primeras elecciones de la democracia. Ibamos por los pueblos, poníamos las banderas y un tío con altavoz en la puerta. Pero la gente tenía un miedo tan horroroso que no entraban ni a tiros.