Rozando el ecuador del mandato es momento de (re)Capitular. José María Bellido afrontó esta semana la cuarta remodelación de su equipo de gobierno (le va a coger gusto) con la máxima del añorado periodista sevillano Pepe Guzmán, que en una de sus surrealistas crónicas deportivas para El Correo de Andalucía de los años 70 recomendaba encarecidamente a la bancada bética no pitarle a (Javier) López porque entonces sacarían a (Sebastián) Alabanda. «¡No pitarle a López que sacan a Alabanda!», dejó escrito.

40 años después y en Córdoba, lo mismo debió pensar el señor alcalde, al que todavía por cierto, entre Javier Maroto y el de la moto (inclúyase aquí un amplio listado de dirigentes populares, desde Cuca Gamarra hasta el mismísimo José Antonio Nieto), no lo han dejado disfrutar del pelotazo (que no dedazo) que ha dado Córdoba con la concesión de la base logística del Ejército de Tierra. Es la mudanza de Génova lo que los tiene trastornados, un poco de piedad.

Así, desde las gradas de Alcaldía se oyó gritar al primer edil bien fuerte: «¡No pitarle a Eva Timoteo que sacan a María Luisa Gómez!» Tal cual. Y es que el cese que la oposición le exige a Bellido llevaría pareja, como todos saben (hasta aquí no leen ya nada más que los muy frikis de la causa Capitular), la entrada de la número 6 de la lista de Ciudadanos. A saber, la exgerente del Imdeco y ya exafiliada naranja, toda vez que este partido la expulsó por su encontronazo político, judicial y personal con el también concejal de Cs Manuel Torrejimeno, que entonces era su jefe en Deportes. Dicho de otro modo, lo que la oposición le está pidiendo a Bellido es sacar a Alabanda en sustitución de López, sabiendo además que el centrocampista cordobés se iba a poner a jugar contra su propio equipo. Un chapú, vaya, que el regidor se evita de momento.

La jugada que ha hecho Izquierda Unida al denunciar la situación es un golazo para una oposición que parece estar encontrando por fin el norte, pero no ha consistido sino en (re)descubrir lo que la propia Eva Timoteo había hecho público vía BOP (se ve que no lo lee nadie). A saber, que es autónoma y que desde el año 93 mantiene abierto un despacho como procuradora en Córdoba. Para más inri, antes de la toma de posesión en el 2019, la entonces concejala rasa se dirigió al secretario general del Pleno, Valeriano Lavela, como él mismo relata en un informe. Así, en una conversación informal le comunicó que en principio sendas actividades no son incompatibles, lo que a la luz de los acontecimientos le pareció a ella suficiente. El problema es que la designación como delegada de Servicios Sociales, algo que ocurrió unos días después, con dedicación exclusiva para compatibilizarlo con su actividad profesional, requería el consentimiento expreso del Pleno, algo que nunca sucedió. Hasta ahí los hechos, a partir de aquí las especulaciones en torno a la buena fe de Timoteo, que no pongo en duda pero en la que no puedo entrar por no ser ni creyente ni clarividente. Usted verá que para eso lleva gafas.

La solución intermedia del alcalde --el único que la defendió, por cierto, en el debate del estado de la ciudad, aún no sabemos muy bien por qué-- ha sido quitarle los galones y el sueldo (a la espera, además, de saber si tendrá que devolver parte de lo cobrado hasta ahora) y dejarla a merced de los informes técnicos (que en Capitulares son auténticas navajas suizas cargadas por el mismísimo Lucifer) y a merced de que el Pleno avale o no su nueva situación. O sea, que le permita quedarse con una nueva delegación (Participación) con dedicación parcial y sueldo conforme a su jornada, para que pueda mantener abierto el despacho de la procura. El alcalde sabe que en lo que queda de partido (dos años que pueden pasar rápidos como dos minutos de fútbol o lentos como dos minutos de baloncesto) tendrá a Alabanda esperando en el banquillo. Y sabe también de sobra que lo de Cs es un polvorín.