Una de las novedades del concurso de cruces que la música podrá continuar de manera ininterrumpida durante el sábado -hasta las 2.00 horas- y el domingo -hasta las 19.00-, ha suscitado reacciones contrarias entre vecinos y organizadores. Aunque la medida solo afecta a dos jornadas de las cuatro que dura la fiesta (el jueves y el viernes la música deberá, como en ediciones anteriores, estar cortada entre las 17.00 y las 20.00 horas), ha irritado a varias asociaciones vecinales, pero también ha causado satisfacción entre colectivos que montan cruces como las cofradías.

La primera en hacer públicas sus quejas ha sido la asociación Casa de Paso de Santa Marina, que considera que el gobierno local «no tiene en consideración el derecho al descanso de los vecinos». La asociación quiere que el Ayuntamiento rectifique y vuelva a exigir que se interrumpa la música entre las 17.00 y las 20.00 horas. La asociación lamenta que «los derechos» de los vecinos «no sean tenidos en cuenta en favor de intereses mercantiles» y teme que vengan otras medidas «para desandar todo lo andado» y volver «al punto insoportable de partida».

La presidenta del consejo de distrito Centro, Juana Pérez Girón, prefiere esperar a conocer las bases y a tener una reunión con la concejala de Promoción, Marián Aguilar, antes de pronunciarse. No obstante, la asociación que preside, La Axerquía, no está contenta con la medida y el lunes tiene prevista una junta directiva extraordinaria para abordarla.

La asociación La Medina, que preside Lourdes Martínez, tiene intención de unirse con otras asociaciones para presentar una queja. Otra asociación, San Lorenzo Existe, que preside Manuel Ortega, considera «urgente abordar una regulación de estos eventos en los barrios» para que estos no se conviertan en parques temáticos.

El movimiento ciudadano exige que se obligue a bajarla

El presidente del Consejo del Movimiento Ciudadano (CMC), Juan Andrés de Gracia, señala que solo se trata de que el sábado no se apague la música de forma obligada, hecho que «ya pasaba porque la Policía no tiene capacidad de hacerlo cumplir y se le quitaba a unos sitios y a otros no». De Gracia afirma que han pedido al Ayuntamiento «que se obligue a bajarla y que se acuda ante las quejas que pudiera haber». El CMC exige sustituir las bases por una ordenanza que tenga más vinculación jurídica; un límite de cruces; que se controlen los veladores y el nivel de ruido; que se potencien otros barrios para no saturar el casco; y que se limpien y vigilen los entornos evitando botellones.

Gran parte de las cruces son montadas por cofradías. Aunque la Agrupación de Cofradías no se ha pronunciado sobre la medida, dos de las hermandades que instalan cruces que atraen a miles de personas, las del Bailío -montada por La Paz- y Santa Marina -que instala el Resucitado-, muestran su satisfacción porque se mantenga la música por la tarde el fin de semana. El hermano mayor de La Paz, Enrique Aguilar, piensa que es una medida «acertada», aunque «siempre respetando a los vecinos», ya que «era ilógico que de 17.00 a 20.00 se cortara la música». Es más, asegura que todos los años había quejas «de gente porque cortábamos la música». En cuanto al jueves y viernes, piensa que está bien mantener la interrupción. Aguilar asevera que «son cuatro días de cruces y se respetan las normas que ponen», entre ellas, la de «quitar la música tanto a mediodía como a la hora del cierre», por lo que «no hemos recibido quejas vecinales o de llegar la Policía Local».

Por su parte, el hermano mayor del Resucitado, Francisco Ruiz, ve «estupendamente la medida», ya que «si cortas la música se va el ambiente», por lo que «tendremos más ventas». "Todo lo que nos dejen de más, bienvenido sea", señala. Ruiz también asegura que la cruz cumple con las normas y que no ha recibido «quejas, ya que si no, cada dos por tres estaría cerrada».

«Esto es un botellón»

«Esto es un botellón» «No es una cruz de mayo, es un botellón». Esta afirmación ha sido pronunciada este jueves por una vecina de la plaza del Conde de Priego, donde la hermandad del Resucitado instala su cruz, que es una de las más multitudinarias de la ciudad. En el barrio en el que está esa plaza, Santa Marina, no están muy satisfechos con la medida que permite dejar la música por la tarde durante el fin de semana de las cruces.

Sol, que prefiere no dar su apellido, piensa que es «vergonzoso» lo que ocurre cuando llega esta tradicional fiesta. «Que conste que me gustan las cruces, pero no el botellón», afirma, que trae otros problemas añadidos como «la suciedad y los orines». «No se puede pasar hacia mi casa», lamenta, «y tengo que meter el pie en los orines porque se forma un charco enorme» a pesar de la instalación de los aseos portátiles. Esta vecina se queja de que con la música y el sonido del ambiente que se forma «no se puede dormir», «no se oye la televisión por muy alta que la pongas» y ni siquiera «se puede mantener una conversación».

«Esto es abusivo», asegura Ana, otra vecina de la plaza que tampoco da su apellido. «Los que residimos aquí y tenemos el dormitorio dando a la plaza no podemos vivir», asegura. «Es una fiesta preciosa», añade, y «menos mal que la hermandad friega las paredes y arregla los desperfectos», pero lo ideal sería tener «un segundo domicilio para no estar aquí.

Otra vecina, María, también se queja de que durante las cruces «no se puede pasar». Pero no solo eso. Su comunidad se ve obligada a contratar a un vigilante de seguridad durante los días que dura la fiesta para que nadie entre al bloque, ya que no es la primera vez que alguien se cuela.

«No son cruces, son botellones». Eso es lo que piensa la presidenta de la asociación de vecinos de La Medina, Lourdes Martínez, en referencia «al escándalo» que se forma a nivel general en muchas de las cruces instaladas en el casco histórico, ya que «no se respetan horarios», «nadie baja el volumen de la música» y «llamas a la Policía Local y no va». «Las cruces deben tener otro sentido», señala.