479.381 cordobeses ejercieron hace hoy una semana su derecho al voto. Lo hicieron el 76% de quienes podían hacerlo, una alta participación (casi 7 puntos más que la anterior convocatoria general, en junio del 2016), que contribuyó a la victoria de Pedro Sánchez en la provincia. En Córdoba, el PSOE cosechó un triunfo incuestionable con el 34,42% de los votos (ganó en 72 de los 77 municipios cordobeses), lo que le valió dos diputados y propició el vuelco en el Senado, donde colocó a tres representantes frente a un único senador del PP. Siguiendo a los socialistas, el PP, que se desplomó a la segunda posición con el 18,85% del escrutinio, un solo diputado (tenía dos) y la pérdida de la capital, plaza conquistada desde el 2003.

Pisándole los talones, Ciudadanos, con el 16,88%, un diputado y el sorpasso a los populares en un puñado de municipios (Lucena, Puente Genil o Priego), se queda a 3.000 votos del PP en la capital. Más alejada, la lista de la confluencia de Unidas Podemos, con el 14,76% de los sufragios y un diputado; y cerrando los partidos con representación por Córdoba, Vox, que con un 12,02% logra colar su primer escaño por la provincia.

Se sabe que no hay herida que no cierre una buena victoria, pero paradójicamente el éxito del PSOE en Córdoba puede abrir dos nuevas fugas internas: la batalla por la Diputación y la batalla por el liderazgo del PSOE en Andalucía. Ambas cuestiones hunden sus raíces en el enfrentamiento entre sanchistas y susanistas, que en su penúltimo capítulo se vio en la confección de las listas. Ferraz impuso en Córdoba, como ocurrió en el resto de Andalucía, sus criterios y candidatos para las generales (con la incorporación de Luis Planas, Rafi Crespín o María Ángeles Luna) sobre los nombres defendidos por la dirección provincial del PSOE, con Antonio Ruiz a la cabeza. Por contra, la dirección federal sí respaldó a Isabel Ambrosio en su particular guerrilla contra los nombres que Antonio Ruiz propuso en su lista para las municipales, en un pulso que ganó la alcaldesa y candidata a la reelección.

Ahora, la victoria del PSOE en Andalucía (donde se han logrado 500.000 votos más de los que consiguió Díaz en las autonómicas) también puede cuestionar el liderazgo de la expresidenta de la Junta. En clave provincial, este conflicto puede poner en jaque la presidencia de la Diputación, hasta ahora en manos de Antonio Ruiz, porque es evidente que los de Pedro Sánchez harán valer su conquista en las provincias andaluzas.

Es difícil no mirar los resultados de las elecciones generales del pasado domingo con los ojos puestos el 26 de mayo, por más que el ejercicio pueda resultar de alto riesgo. No se vota igual en clave nacional que a un alcalde. Los políticos cordobeses lo saben, pero ninguno ha podido evitar esta semana proyectar los datos, aunque fuera para negarlos. «En las municipales el resultado del PSOE será un espejismo», dijo el lunes José María Bellido, candidato del PP a la Alcaldía de Córdoba; mientras que la candidata a la reelección, la socialista Isabel Ambrosio, apeló a la movilización de «una gran mayoría para frenar a las derechas», también en la capital.

Si los resultados del domingo hubiesen sido locales, el bloque de las derechas sumaría en Córdoba 105.157 escrutinios (16 concejales), frente a los 81.973 del bloque de la izquierda (13). Así, aunque el PSOE ganó en la capital, incrementado un 26% sus apoyos respecto al 2015 (20.309 votos más) por lo que Ambrosio parte con el viento a su favor, necesitará que los partidos a su izquierda (sobre todo IU) no se hundan para sumar, además de una alta participación, algo que no se espera en unas locales que para más inri se celebran el primer domingo de feria. Otra de las grandes incógnitas de cara al 26-M es si pasará factura a la izquierda la fragmentación del voto con tres formaciones en liza (IU, Podemos y Ganemos en Común) y si lograrán alcanzar el umbral del 5% de los votos para obtener representación en las municipales.

Tampoco lo tendrá fácil José María Bellido, el candidato popular, después de que el PP perdiera el 28-A la capital con un descenso del 20,38% (11.262 votos menos que en 2015). El alcaldable tendrá que aferrarse a la fórmula andaluza si quiere formar gobierno y contar con la venia de Ciudadanos. No será fácil porque los de Isabel Albás, la candidata naranja, han triplicado su resultado respecto al 2015 y están dispuestos a pelear el liderazgo de la derecha también en Córdoba. La irrupción de Vox en Capitulares se da por segura (rentabilizando parte de la fuga de votos del PP), y está por ver cómo quedan partidos como el del exconcejal del PP Ricardo Rojas (Acción por Córdoba).

Al igual que el ciudadano no vota igual a un presidente que a un alcalde, las formaciones políticas no actuarán en las municipales siguiendo la lógica nacional. De momento, parece poco probable, aunque sumen los números, que Pedro Sánchez pacte con Albert Rivera. El segundo no se ha cansado de repetir que Cs no pactará jamás con el presidente del PSOE, y a éste se lo pidieron alto y claro los militantes a la puertas de la sede de Ferraz la noche del pasado domingo. «Con Rivera, no», le espetaron.

PACTOS MOVEDIZOS / En el ámbito local, sin embargo, el diputado Marcial Gómez (Cs) ha dicho claro esta semana que el problema para Cs es Pedro Sánchez, pero que en la capital no tendrían reparos para formar gobierno con Ambrosio. «En lo local priman las personas y proyectos de ciudad, por lo que Cs no se cierra a pactar con el PSOE en los municipios de la provincia», dijo. Será ésta una variable a explorar, y una cuestión que los candidatos tendrían que despejar honestamente antes del 26-M: ¿con quién están dispuestos a pactar?

En el PP, su líder, Pablo Casado, se afana en evitar que la debacle electoral se lo lleve por delante e incida en una crisis interna de mayor calado. Su cambio de estrategia respecto a Vox --ha tachado al partido de Abascal de «ultraderecha», después de bailarle el agua toda la campaña-- ha abierto un nuevo frente al comprometer la estabilidad del PP-A en Andalucía, donde gobierna con Cs y firmaron un acuerdo de investidura con Vox. El líder del PP-A, Juanma Moreno, deberá reconducir estos equilibrios si quiere que Vox apoye los presupuestos andaluces, después de que ya haya anunciado la formación de derechas que solo se sentarán a negociar si el PP rectifica.

La resolución de todas estas incógnitas, a la vuelta del mayo festivo. Esperemos sobrevivir para contarlo.