¿Se acuerdan del servicio social femenino? Muchas mujeres españolas se vieron obligadas entre 1937 y 1978 a cumplir estos servicios en las filas de la Sección Femenina antes de cursar estudios universitarios, sacarse el carnet de conducir, el pasaporte, afiliarse a una asociación o ocupar un puesto de trabajo, entre otras cosas. Era una forma de adoctrinamiento velado que forzó a muchas féminas de entre 17 a 35 años a dedicar hasta un año de su vida a atender tareas en comedores, atención social, cocinas, colegios, hospitales o bibliotecas.

Bien, pues esos servicios, de momento, siguen sin estar reconocidos a efectos de cotización. Varias iniciativas de distintos partidos han intentado forzar al Gobierno de España a hacer que la mili femenina sea computable, al menos, en los mismos casos en los que computa el servicio militar, es decir, de cara a la jubilación anticipada y la parcial. Sin embargo, y pese a que en una de las últimas intentonas, este año, fuera aprobada por unanimidad una proposición no de ley para equipararla con el servicio militar, la situación no ha cambiado. Entre los argumentos planteados para tal propuesta figuraba el hecho evidente de la discriminación de género y la posibilidad que permitiría esta fórmula para reducir la brecha de género de las pensiones.

A esto se suma el hecho de que ya hay varias sentencias que consideran dicho servicio como un periodo cotizado y jueces que lo han reconocido como tal para completar en casos concretos el mínimo exigido para recibir pensión.

Si una mujer se encuentra en la coyuntura de que le faltan unos meses para completar los años de cotización en las puertas de la jubilación tendrá que recurrir a los tribunales. No queda otra.