Las Mujeres Cristianas de Córdoba han trasladado este sábado, acompañadas con proclamas igualitarias, a la puerta de la calle Torrijos de la Mezquita-Catedral de Córdoba un mensaje de reivindicación por la "profunda discriminación" de la mujer ante la "cobardía" de una institución -la Iglesia- que, según el colectivo, se está quedando al margen de los avances sociales. Es la primera vez que convocan una concentración en Córdoba y, como señala Carmen León, una de las integrantes, "se ha respirado alegría e ilusión".

Sobre las 12.00, las manifestantes han alzado las pancartas y la voz para acompañar la lectura de un manifiesto en el que demuestran que ser creyentes y pertenecer a una religión en la que -como señalan- los hombres ocupan los escalafones superiores no es ajeno a la lucha feminista. Cansadas de la "invisibilidad" y de la "injusticia", señalan que son mayoría "aplastante" en el voluntariado, en celebraciones religiosas, en la enseñanza y, en definitiva, en la vida religiosa. "Somos las manos y el corazón de la Iglesia, pero se nos niega la palabra, tener voz y voto, la toma de decisiones y el liderazgo en los ámbitos oportunos". En concreto, el colectivo destaca la "desproporción entre el número de teólogas preparadas y los puestos que ocupan como docentes en las facultades de Teología y en otros puestos de responsabilidad".

Las Mujeres Cristianas de Córdoba van más allá de la igualdad con los hombres y, entre otras cosas, piden a la Iglesia diálogo con los "movimientos de liberación" y el reconocimiento de la diversidad de familias, identidades y orientaciones sexuales.

La concentración, organizada a nivel mundial, forma parte de un movimiento que, desde hace años, viene reivindicando los derechos de la mujer en la Iglesia. Pero, como indica Carmen León, en los dos últimos ha adquirido más fuerza. "Esto lo hacemos porque la Iglesia nos importa", precisa. Con la confianza puesta en el Papa Francisco, las Mujeres Cristianas de Córdoba entienden la conquista de sus objetivos como un camino de pequeños pasos y como la fuerza, desde abajo, que puede insuflar la unión. El fin, como reza su lema, "hasta que la igualdad se haga costumbre".