Diego Habas, el actual presidente de la asociación de vecinos La Palomera, lleva en El Naranjo desde 1973. Cuenta que en aquella época ya estaba organizado el movimiento vecinal en una cabeza de familia, por eso recibieron con los brazos abiertos la ley de 1978 que les permitió convertirse en asociación.

En los 80 compraron un solar junto al polideportivo y levantaron su propia sede, un edificio de 1.500 metros del que terminaron cediendo parte al Ayuntamiento. Desde allí han organizado sus propuestas vecinales y defendido la mejora de las antiguas acometidas de agua y luz, del asfaltado y alumbrado de las calles, que se había quedado obsoletas.

Ahora, tras lograr que el barrio contara con médicos y enfermeros, solicitan la presencia de un pediatra y la construcción de un centro de salud para atender a los más pequeños. Y, junto a ello, consideran indispensable tener, además, un centro de mayores porque «el barrio también está creciendo en edad».