Con el inicio del curso escolar toma protagonismo un tema de conversación entre adolescentes, profesores y familias: ¿Cuál debe ser el uso del teléfono móvil en clase? Aparecen posiciones encontradas. Junto a ellas se plantean una multitud de preguntas como si debe utilizarse como herramienta de aprendizaje o, por el contrario, debería prohibirse su uso. Analicemos los puntos a favor y en contra; y ante todo, ampliemos la mirada hacia el contexto de la sociedad digital en la que vivimos.

Los centros educativos han ido introduciendo diferentes dispositivos en el aula. Primero fueron los ordenadores, luego llegaron las pizarras electrónicas, les siguieron las tabletas y ahora se plantean si utilizar el teléfono móvil como herramienta de aprendizaje. Los adolescentes son usuarios muy avezados de los móviles. Debido a su uso continuado parece que este dispositivo se ha convertido en parte extendida de su cuerpo.

Además, su portabilidad hace que esté con ellos todo el día; por lo que, al iniciarse el curso escolar, los móviles también van a clase. El debate se centra en su uso y aplicación principalmente dentro de la educación Secundaria. Existen multitud de estudios científicos sobre los aspectos positivos y negativos del uso del móvil. Lo más importante es evaluar si su utilización en el aula aporta beneficios y resuelve problemas a los que se enfrentan los estudiantes en la actualidad. La tecnología debe estar al servicio de la educación y no al revés.

Las tendencias actuales en la enseñanza señalan que lo más adecuando es que el estudiante tenga un aprendizaje experiencial. Es decir, aprenda haciendo las cosas. De esta manera, se consigue mayor implicación del alumno. Por lo que el primer aspecto a preguntarse es si el móvil aportará beneficios a esta tarea. El segundo es si favorece una formación más personalizada. Por último, en tercer lugar, si los datos que se pueden recoger del trabajo de los estudiantes están bien protegidos y su análisis favorece su autonomía en el proceso de aprender. Si las respuestas en estos tres ámbitos fueran positivas, entonces su uso podría estar justificado.

El debate sobre el uso de smartphones en las aulas debe situarse en un contexto más amplio para realizar una evaluación correcta. Vivimos en una sociedad digital, donde los móviles son más numerosos que los humanos. Su uso es creciente en nuestro quehacer diario y, además, favorece unas interacciones continuadas que pueden llegar a comportamientos casi adictivos.

Con todo, lo más importante es recordar que la tecnología prevé muchos usos, y son los humanos quienes tienen que decidir cuáles son los más adecuados.

La educación para una alfabetización digital es fundamental para responder a los retos que nos plantea la sociedad en la actualidad. Los móviles son un dispositivo a nuestro servicio. De ahí que docentes y alumnado tienen la tarea de ir delimitando el uso del teléfono móvil en las aulas.