Puede que resulte paradójico hablar del futuro escuchando la voz de cinco septuagenarios. Y sin embargo, no hay otro modo posible de mirar con paso firme hacia el mañana. Nadie mejor que los sabios, los que fueron y son testigos directos de la historia, para hacer el psicoanálisis colectivo de una sociedad y un periódico que llevan setenta años inevitablemente unidos. En ese singular matrimonio (¿qué matrimonio no lo es?), Córdoba y el CORDOBA han aprendido a amarse, a respetarse y a tirarse los trastos a la cabeza de la mano del hilo que los une, la realidad. Y fue precisamente andando por ese hilo, cual funambulistas, como dos ex alcaldes de Córdoba, Antonio Alarcón y Julio Anguita; un historiador, José Manuel Cuenca Toribio y un ginecólogo, Balbino Povedano, se lanzaron, cada uno a su manera, a la difícil tarea de resumir siete décadas en apenas cinco minutos. Y si veinte años no son nada, hablando de setenta, la cosa cambia. Menos mal que el tiempo es como el chicle y se estira, que el moderador de la tertulia de ayer, el periodista Jesús Vigorra, es maestro en el arte del toreo fino, y que lo bueno de escuchar a los sabios es que, digan lo que digan, uno siempre aprende.

Fue Antonio Alarcón, el que fuera alcalde de Córdoba entre 1971 y 1979, en el periodo predemocrático, el primero en tomar la palabra, recordando en su intervención a los primeros directores del diario CORDOBA, la remota sede del periódico, y determinados hitos de su paso por el Ayuntamiento que dibujaron el momento histórico en que el periódico, todavía del movimiento, se preparaba para la transición y la democracia.

Julio Anguita, de mente siempre preclara, tomó el relevo de Alarcón, del mismo modo que lo hiciera en 1979, cuando se convirtió en el primer alcalde elegido democráticamente por los cordobeses. Recordó entonces cómo su padre le inició en la lectura de los periódicos de niño y cómo, siendo aún un chaval, acudía a la redacción del periódico para llevar los artículos de sus profesores. También compartió con el auditorio el recuerdo de aquella crónica que narró su toma de posesión como alcalde en la que se le describía en su soledad. Anguita, que evitó la crítica mordaz, sí habló de luces y sombras en la forma en que fue tratado cuando fue alcalde, al tiempo que aclaró que en cualquier caso, nunca esperó de un diario la neutralidad ideológica, "puesto que uno no puede quitarse las ideas cuando va a trabajar".

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