El concurso de Rejas y Balcones es otro de los atractivos alicientes que tiene el mayo cordobés y sirve como complemento perfecto del festival de los patios, pues a la variedad floral del interior de los recintos se une la bella estética de las gitanillas y geranios que ornamentan las fachadas dejándose caer en cascada policromada desde las rejas de los balcones.

Ayer a mediodía se conoció el fallo del jurado, que dio como ganador, y por lo tanto recibirá 900 euros, una vez más al del número 3 de la calle Manuel Soro Tinte. El segundo premio fue a parar a la casa número 5 de la calle Diego Méndez. En este caso, el premio está dotado con 750 euros. El tercer premio, que tiene una cuantía de 600 euros, correspondió al número 9 de la calle Julio Romero de Torres, mientras que los 400 euros del cuarto premio serán para San Juan de Palomares, 8. El jurado estimó que el quinto premio y sus 300 euros fueran para la calle Realejo, número 8, mientras que los 200 euros del sexto puesto serán para el numero 11 de la calle Hermanos López Diéguez.

Esta deliberación se conocía mientras en los patios que forman parte del festival tradicional de Córdoba las colas y las esperas eran la tónica habitual. El ejemplo más evidente era el de la plazuela donde se unen la calle San Basilio y Martín de Roa, donde la impaciencia de algunos de los visitantes llegó a generar alguna fricción. Aun así, el éxito que la fiesta de los patios, reconocida como patrimonio inmaterial de la humanidad, ha alcanzado entre los turistas es total.

En las distintas rutas que ha establecido el Ayuntamiento, pero especialmente en la zona de San Basilio y el Alcázar, el flujo de grupos era constante y sin pausa. Paraguas y banderitas de distintos colores sobresalían por encima de la multitud para que los integrantes de cada expedición no acabaran perdidos entre la masa, que andaba, mapa en mano, buscando un sitio por el que acceder de una manera más rápida a los recintos.

Ayer, día central del primer fin de semana de la celebración, los controladores se tuvieron que emplear a fondo para mantener el orden y la calma, porque el calor no era de su competencia, entre los miles de impacientes excursionistas y en los parkings próximos se colocar el cartel de completo. Algunos visitantes, al asomar a la plaza, exclamaban «qué barbaridad», pero no eran pocos los que después de salir de alguno de los patios expresaba su satisfacción diciendo que «ha merecido la pena».