Mercedes Romero, abogada en ejercicio, es presidenta del Colegio Territorial de Administradores de Fincas de Córdoba desde hace ocho años, ya que lleva dos mandatos con esta responsabilidad. Señala que la pandemia ha puesto de manifiesto que su profesión ha sido clave para facilitar la vida y la convivencia de los vecinos, que han pasado más horas en sus domicilios de las que estaban acostumbrados.

La pandemia y sus consecuencias han llegado a todos los ámbitos de la vida. ¿Cómo ha afectado al ejercicio de su profesión?

La pandemia y el estado de alarma fueron un mazazo para todo el mundo y algo imprevisible. Los administradores de fincas nos dimos cuenta, y se nos reconoció que nuestra actividad era una actividad esencial porque todas las personas estábamos en nuestras viviendas y los edificios tenían que estar totalmente atendidos, seguir unas normas de funcionamiento y sumar otras que se adoptaron, como el uso de zonas comunes y extremar al máximo la limpieza o la desinfección. Nosotros tuvimos que asumir el papel de dirigir los edificios. Para ello estábamos en contacto a través de Internet y redes sociales. Junto con los consejos andaluz y general de administradores de fincas enviábamos correos o whatsapps a los propietarios sobre cuestiones como las infografías que estaban en todos los edificios que informaban del uso de ascensores, de elementos comunes o de lo que se podía o no usar. Y nos convertimos en unos profesionales reconocidos como esenciales.

¿Qué supuso eso para ustedes?

Asumimos el teletrabajo desde el primer momento y les dijimos a los propietarios que nosotros podíamos ser una vía de solución de problemas. Tuvimos la sensación de que estábamos prestando un servicio de carácter social, además del profesional. Teníamos una unión entre todos los profesionales y desde el colegio enviábamos toda la normativa. Fueron unos momentos muy intensos de trabajo. Y seguimos trabajando, porque los edificios tienen que seguir funcionando.

No sé si les ha resultado complicado, porque al principio había mucho desconcierto sobre las distintas normativas.

Muy complicado. Hemos estado interpretando (la norma) y teníamos la presión de esto es lo que hay que hacer y esto no se puede hacer. Tenías que tomar decisiones e incluso interpretar lo que estaba interpretado. Había incertidumbre y también otras cuestiones como que, por ejemplo, no se podían usar las azoteas cuando la gente tenía necesidad de andar, de hacer ejercicio, y tenías que decirlo, a pesar de todo. También hubo mucha incertidumbre con las piscinas y los aforos, sobre cómo se debían usar. En general, el año ha sido de mucha complicación y de tener que decir que no a cosas que los propietarios, muchas veces, no las entendían.

¿Ha sido eso problemático?

La mayoría de los vecinos han dado ejemplo de cumplimiento de la norma. Ha sido estupendo. Las protestas han sido las menos y los niños han sido los más obedientes. Nos hemos encontrado con una sociedad muy respetuosa y muy cumplidora.

Ahora no se pueden reunir más de seis personas, lo que dificulta las reuniones de propietarios. ¿Cómo lo están organizando y cómo afecta eso a las comunidades?

Si nos reunimos en el edificio tenemos que hacerlo en las azoteas y solo pueden estar cinco vecinos. Hay salones de actos, pero la mayoría están cerrados. Nos encontramos con que no podemos cumplir con una de las obligaciones que tienen las comunidades, que es la rendición de cuentas y el cambio de gobierno. No puedes convocar a una comunidad de 300 vecinos. Ahí tenemos un problema porque las juntas virtuales no están reconocidas en la Ley de Propiedad Horizontal y no podemos usar estas plataformas para realizar este tipo de reuniones, que aunque se podrían hacer perfectamente virtuales, necesitaríamos que todos los propietarios acordaran celebrar la junta de forma virtual. Por eso se están prorrogando los cargos, y las cuentas, las liquidaciones de ingresos y gastos de las comunidades se están presentando por distintos medios. Se está trabajando mucho.

¿Ha cambiado la pandemia la forma de ver la propiedad por parte de los vecinos?

Sabemos que todo el mundo está ahora mismo interesado en tener su vivienda lo más habitable y acogedora posibles, porque muchísimas horas de nuestra vida están transcurriendo dentro de la vivienda. En cuanto a los edificios, hay ya una cultura cada día mayor de tener unas medidas de habitabilidad y de conservación de los edificios. Está la cultura de que mi propiedad empieza en el portal, de que la tengo que tener bien atendida y cuidada en todos los elementos comunes. No sé si es por el covid o porque realmente tenemos conciencia del valor de nuestra propiedad y de nuestra vivienda.

Hablaba de rehabilitación. ¿Cómo va el tema de las ayudas de las administraciones en este sentido?

Precisamente en esta época de pandemia hemos tenido una reunión con Vimcorsa para rehabilitación de edificios y mejora de la accesibilidad a la que podían concurrir las comunidades de propietarios, con las dificultades que teníamos para convocar juntas, y en diciembre se han convocado también las ayudas de la Junta de Andalucía y tenemos un plazo de dos meses para solicitarlas. También ha habido ayudas para la mejora de la eficiencia energética. Las administraciones públicas se están volcando mucho ahora mismo. No obstante, no son unas cuantías muy importantes y muchas comunidades no han podido ser atendidas por falta de disponibilidad presupuestaria. Y la verdad que es una pena porque se ve la gran necesidad que hay de acudir a estas ayudas. En el último programa el presupuesto ha llegado solo a 15 comunidades de la provincia de Córdoba. Hay ayudas, pero son insuficientes.

Por cierto, ¿cuál es el estado de salud del parque de viviendas de Córdoba, es muy antiguo?

Sí, aparte de las zonas nuevas de Córdoba, como Poniente, el resto del parque de viviendas puede tener más de 30 o 40 años. Y hay muchísimos edificios sin ascensor y sin rampa que necesitan una mejora en la accesibilidad. Y otras cuestiones, como arreglar cubiertas, fachadas... Hay entidades privadas que ayudan a la financiación y eso hace que los propietarios vean con mayor interés el acometer este tipo de obras. Pero también hay propietarios que no pueden hacerlo, porque ahora mismo es un poco aventurado solicitar cualquier tipo de compromiso financiero con la situación económica que hay.

Hablando de situación económica, ¿ha aumentado mucho la morosidad de las comunidades en estos meses de pandemia?

Puntualmente. Por ahora las personas están atendiendo muy bien sus recibos, y eso que sabemos que hay propietarios en ERTE. Los vecinos tienen conciencia de sus responsabilidades y asumen la comunidad. Si no pueden pagar la totalidad del recibo lo hacen de manera fraccionada.

Acabamos de inaugurar año. ¿Qué reivindicaciones mantienen los administradores de fincas?

Que se pase ya al Congreso de los Diputados la Ley de Propiedad Horizontal, que se adecue a los tiempos que vivimos, porque la que tenemos actualmente viene de 1964, y otras cuestiones como que la colegiación sea obligatoria para evitar cualquier tipo de intrusismo y que la figura del administrador de fincas se valore económicamente un poco más.