Si quieres plaza en la escuela pública andaluza, acumula másteres, la experiencia ahora vale menos. Ese es el mensaje lanzado este año por la Consejería de Educación a los opositores que el pasado mes de junio se presentaron a los exámenes. Según los interinos, agrupados en la plataforma Juntxs Sumamos, el 80% de los maestros interinos se han quedado este año sin destino en la asignación de plazas publicada hace unos días, entre otras cosas, porque, por primera vez, la experiencia vale menos que los másteres. ¿El resultado? «La gente se ha vuelto loca buscando másteres presenciales y on line, que salen a unos 5.000 euros cada uno, para coger plaza, hay quienes han pedido préstamos o hipotecado a los padres para mejorar en el baremo», afirman. De esta forma, la convocatoria que se ideó para reducir la enorme tasa de interinidad del sistema educativo andaluz ha acabado dejando en la estacada a miles de maestros con años de servicio.

Lo de los másteres no es más que uno de los ingredientes de una convocatoria que consideran «nefasta» en la que, aseguran, ni siquiera se incluye la reposición de las vacantes.

Los maestros no dan crédito. «Cuando crees que no se puede hacer peor, viene otro y lo empeora». Lo dice Rosa, interina cordobesa que, tras aprobar tres oposiciones, acumula más de ocho años de servicio y sigue esperando plaza. Su caso se repite por miles, hay quienes acumulan más de veinte años cubriendo «a salto de mata» vacantes por sustitución, bajas, jubilaciones y siguen esperando sine die. «Cuando acabas la carrera, estás ansioso porque se convoquen oposiciones para empezar a trabajar, luego apruebas y te pasas años, en mi caso tres, hasta que te llaman por primera vez mientras sigues estudiando, pero lo que no imaginas es que se te pasará media vida en ese limbo de inestabilidad laboral y familiar, corriendo siempre detrás de la zanahoria». Un día llega esa primera llamada y entonces «entregas tu vida a la administración». Acumular experiencia supone «años de traslados, de kilómetros al volante y de meses lejos de tu pareja, tus padres o hijos para acumular puntos que ahora valen menos para que la gente se deje el dinero pagando másteres». Acabado el curso, los interinos van al paro y vuelta a esperar. Cuando llegan las oposiciones, toca presentarse y entonces no importan las cargas familiares, ni los malabares que tengan que hacer para compaginar las clases con el estudio de las oposiciones. En los exámenes compiten aspirantes recién licenciados e interinos «de pata negra» (así llaman a quienes llevan años rulando por colegios).

«En las oposiciones del 2010, estaba embarazada, un embarazo de riesgo, me mandaron a Granada a hacer el examen y pedí hacerlo en Córdoba, para evitar los viajes, pero me dijeron que no», cuenta Carolina, otra interina con más de una década de experiencia, «para no salir de la bolsa, fui a Granada, aprobé el examen y tuve mi aborto después». Ahora es madre de cuatro hijos, pero no olvida lo que ocurrió. «Para ellos, somos simples números». Especialista de Audición y Lenguaje, alerta de los efectos en la calidad de la educación. «La gente no sabe cómo vivimos los maestros ni tampoco que, por ejemplo, la administración tarda semanas en sustituir las bajas y que, mientras tanto, son los maestros de apoyo quienes dan las clases, por lo que los niños con necesidades especiales se quedan sin refuerzo, ¿cómo se puede luchar así contra el fracaso escolar?», se preguntan.