El doctor José Carlos Igeño, jefe de UCI y Urgencias del hospital San Juan de Dios de Córdoba, logró salvar la vida de Nicolás, un niño madrileño, que viajaba junto a su familia en el mismo pasaje que este médico el pasado 27 de octubre, en un avión de Iberia que salió de Madrid con destino a Nueva York. Este pequeño empezó a sufrir lo que todo indicaba era una reacción alérgica (provocada por unos piñones que iban en una salsa y a los que era alérgico), motivo por el que el personal del avión reclamó por megafonía si había algún médico a bordo.

El doctor Igeño, que era el único facultativo que iba en ese avión, atendió al niño y le suministró medicación para intentar reducir esos síntomas, pero al ver que pasaban los minutos, que no mejoraba y que empezaba a entrar en shock anafiláctico (aumento de la frecuencia cardiaca, bajada de la presión arterial, entre otros factores), “lo tumbé en el suelo, canalicé una vía venosa para administrarle más medicación (adrenalina, corticoides, terapia líquida intravenosa) y el comandante me comentó que estábamos pronto alcanzando las islas Azores y que si hacía falta podía realizar un aterrizaje de emergencia porque lo más importante era la vida del pequeño”, relata este doctor.

“Sin duda, si yo hubiera apreciado que la vida de Nicolás corría peligro hubiera dicho que sí aterrizáramos pero poco a poco este niño fue recuperando las constantes vitales, mejorando y no hizo falta interrumpir el vuelo. Por mi condición de médico intensivista soy capaz perfectamente de saber cuándo una persona está estable y cuándo no. Desde el primer momento que Nicolás empezó a sentirse mal me senté junto a él o cerca de él. Al día siguiente, los padres de este chico me llamaron para decirme que seguía bien y desde Iberia me dieron las gracias”, comenta.

Igeño iba a Nueva York, como primer paso hasta llegar a Baltimore para un congreso. Al regresar a Madrid se encontró con la sorpresa de que Iberia le había reservado un asiento en primera clase en agradecimiento por su trabajo. Su labor había sido muy comentada, pues aunque para él pudo ser algo rutinario para el pasaje fue un acto heroíco.

“Lo curioso es que yo estuve a punto de no ir a ese congreso y, si no llegó a ir, pues no hubiera ido ningún médico en el avión y este niño, si hubiera vuelto a comer lo que allí probó, no estaría hoy vivo”, expone.

José Carlos Igeño estuvo en Baltimore, donde el proyecto Paseos que curan, desarrollado por el equipo de UCI del hospital San Juan de Dios de Córdoba que él dirige, recibió el premio al mejor póster en el 7º Congreso de Rehabilitación en Cuidados Críticos del hospital Johns Hopkins.

“Tengo que decir a favor de Iberia que el avión en el que viajábamos iba muy bien equipado de medicación y también estaba dotado de un desfibrilador, algo de lo que carecía otro avión en el que viajé hace años. En ese otro vuelo me enfrenté a una parada cardiaca, porque también era yo el único médico a bordo, y logré salvar la vida del paciente gracias a maniobras de resucitación cardiopulmonar básicas, al no haber desfibrilador", añadió este doctor.