Maribel Montaño (Carmona, 1962) es licenciada en Geografía e Historia y funcionaria en el Ayuntamiento de Carmona desde 1989, aunque también ha tenido cargos en la ejecutiva del PSOE sevillano y en la federal como secretaria de Igualdad. Delegada de Cultura en tiempos de Carmen Calvo como consejera de la Junta, el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, la nombró hace unos meses responsable de la Unidad de Violencia de Género en Andalucía.

-Ha asumido el cargo a finales de enero, con la legislatura casi extinta. ¿Qué misión tiene asignada para tan poco tiempo?

-Mi misión, por indicación del delegado del Gobierno, es poner el acento en nuestro compromiso firme con las políticas de igualdad, muy especialmente en Andalucía, a raíz de los últimos acontecimientos políticos que han llevado al Gobierno a estar muy vigilante para que las mujeres no demos un paso atrás.

-¿Su misión es contrarrestar los mensajes de Vox?

-No nos interesa Vox, nos interesan las andaluzas y mi misión es vigilar que, haga lo que haga Vox, los derechos de las mujeres andaluzas no se vean mermados.

-España lleva muchos años en la lucha contra la violencia de género, pero siguen muriendo muchas mujeres. ¿Por qué da la sensación de que no avanzamos?

-Esta reflexión la hacemos todos, pero la realidad lo que nos tiene que indicar es la profundidad del problema al que nos enfrentamos. Son milenios de formas sociales muy arraigadas en el tuétano social que hacen que, al nacer, según tu sexo, tengas un papel u otro en la sociedad. Construir una sociedad basada en la igualdad es difícil y va a costar tiempo porque supone una amenaza a los privilegios de muchos hombres con conciencia machista. Es la historia de la humanidad, quien ostenta derechos en exclusiva no quiere darlos. Quizás estemos haciendo muy bien las campañas de concienciación porque las mujeres están asumiendo que son libres, independientes, iguales en derechos y, al hacerlo, su proyecto de vida topa con la resistencia de muchos hombres que, hasta hace unas décadas, no necesitaban imponer a las mujeres que estas hicieran lo que ellos querían.

-Sin embargo, el modelo machista sigue reproduciéndose en los jóvenes, igual que la violencia de género. ¿Eso no indica que algo está fallando?

-Sin duda alguna. Cuando iniciamos esta andadura, tras el asesinato de Ana Orantes, con la ley de violencia de género del 2004, pensamos que nuestro camino iría en incremento de la protección de las mujeres y de la consecución de esa libertad e igualdad en derechos. Desgraciadamente, no ha sido así. Quizás, haber desistido de asignaturas que educaran en igualdad, no haber hecho esos esfuerzos suficientes y pensar que unos derechos conquistados ya no estaban en cuestión, deba hacernos pensar que no lo estamos haciendo bien con la población infantil y juvenil, que los estereotipos se siguen reproduciendo con más fuerza, que las nuevas tecnologías dan nuevos instrumentos para ese control de la mujer y que no podemos bajar la guardia porque no podemos confiar en que las generaciones educadas en igualdad harán que el problema desaparezca.

-Llevamos hablando del pacto de Estado desde el 2016, ¿dónde están sus frutos?

-El pacto de Estado se aprobó, afortunadamente por unanimidad, en septiembre del 2017, pero no ha sido hasta el 3 de agosto del 2018, con el cambio de Gobierno, cuando un decreto ha definido medidas concretas para su cumplimiento, que se resume en aspectos cruciales, como la ampliación del concepto de violencia de género. Porque, en el 2004, estaba claro que había que poner el foco en la violencia que se produce en las relaciones de pareja, en los cuartos de baño de nuestras casas. Carmen Calvo ha dicho siempre que los cuartos de baño de nuestras casas son territorio nacional y tenemos que estar protegidos como si estuviéramos en la calle. Para suprimir esa idea de «puertas adentro», se creó esa ley de violencia de género, pero ha habido cambios como la firma del Convenio de Estambul que amplía la violencia de género a cualquier agresión a la mujer, haya o no relación sentimental, que nos ha llevado a incluir en la ley las agresiones sexuales, que también son ataques machistas. A este aspecto se unen otros como que no sea necesario contar con las dos firmas de los progenitores para que los hijos menores de víctimas reciban atención psicológica. Además, se ha devuelto a los ayuntamientos la competencia en la lucha contra la violencia de género, que le fue hurtada en base a medidas de estabilización económica. Una medida concreta es el reparto de los 20 millones de euros que el pacto adjudica a los ayuntamientos en el presupuesto del 2018 aunque se están gastando ahora.

-En Córdoba hay 29 ayuntamientos adscritos al plan de seguimiento de casos de violencia de género Viogen del Ministerio del Interior. ¿Cómo protege este sistema a las víctimas?

-Viogen es una aplicación informática integral que funciona a nivel nacional, cuyo acceso está restringido a los Cuerpos de Seguridad del Estado y algunos responsables como es mi caso. Cuando hay una denuncia de maltrato, la Policía Local o la Guardia Civil abre el caso en Viogen y vuelca todos los datos recabados en la investigación, que queda recopilada en un registro. 351 ayuntamientos Viogen se han hecho ya colaboradores en la seguridad de las mujeres tras seguir una serie de protocolos sobre cómo debe aplicarse y establecer los nombres de los policías locales que se ponen a disposición de los casos. Las víctimas están clasificadas según un baremo en función del riesgo que existe para cada una. El riesgo extremo es el que requiere vigilancia 24 horas, de la que se encargan Guardia Civil y Policía Nacional.

-¿Cuál es la situación de Córdoba en esta materia?

-En Córdoba, hay 951 casos de alta en el sistema, 52 casos más que el año pasado, el número más bajo de Andalucía. De esos casos, 12 son de riesgo extremo (segundo grado), es la provincia con más casos clasificados como tal, y 203 en riesgo medio, algo que nos preocupa. Las víctimas con menos riesgo se asignan a la Policía Local, que debe realizar un seguimiento periódico de cada una. Hay casi un 40% de llamadas de denuncia que vienen del entorno, lo cual es importante porque refleja que cada vez hay más concienciación.

-¿Qué porcentaje de mujeres logran salir de la violencia machista?

-Sabemos que se sale de la violencia de género, pero no tenemos cifras. En Córdoba, se ha iniciado un proyecto pionero para conocer los casos no activos en el sistema Viogen y estudiar cuántas víctimas logran rehacer su vida, cómo superan la situación, a partir de entrevistas y de los datos que tenemos registrados. Sabemos muy bien cómo se entra, pero queremos saber también cómo se sale de la violencia.

-¿Se estudia también al agresor para ver si reincide?

-Ese espacio está en las instituciones penitenciarias. Hay jueces que determinan que el agresor debe hacer cursos contra la violencia de género, de igualdad, y que, a partir de ahí, puedan cambiar su mentalidad. Sabemos que hay componentes como los celos, la posesión, la proyección de las propias inseguridades o incapacidades que definen al agresor, pero hay además unas formas sociales y de educación, de las que los hombres no son absolutamente responsables, que hacen que ante otros hombres sientan la necesidad de tener el control de «su mujer» porque perderlo significa, en un contexto machista, que no ha cumplido bien su papel de hombre y eso es grave ante la sociedad y los hombres con los que se tiene que medir. Lo que no sabemos es qué porcentaje de agresores dejan de serlo, es un espacio de investigación interesante.

-Vox ha pedido a la Junta conocer los nombres de las personas que trabajan en las unidades de violencia de género porque duda de su formación. ¿Quién trabaja en esas unidades?

-Me parece una barbaridad insoportable que alguien ponga en cuestión la red de profesionales que trabajan en Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de psicólogos, trabajadores sociales, educadores o funcionarios que llevamos la coordinación. Y mucho más viniendo de un exjuez apartado de su carrera por prevaricación del que no conocemos que tenga ninguna formación en género. Eso dice mucho del atrevimiento con el que algunos se acercan a este tema, fabricando noticias falsas para dejar en el aire dudas. Me gustaría saber qué título tiene el exjuez Serrano en materia de género para pedir esa acreditación profesional. Además, estamos esperando una respuesta contundente de PP y Cs, que han formado Gobierno con apoyo de Vox, a tal mentira e insulto. Solo he escuchado al presidente decir que «ni un paso atrás», sin más explicación. ¿Van a dar esa información, van a contravenir la ley de protección de datos, van a hacerles el juego y contribuir a que se ponga en solfa el trabajo de tantas personas? Dudar de la formación de estos profesionales es como dudar de que todos los guardias forestales de Andalucía tienen la capacitación correspondiente.

-¿Por qué cree que en España, a diferencia de otros países europeos, la extrema derecha ha cogido la bandera de la lucha contra el «chiringuito del feminismo supremacista»?

-A mí me ha costado comprender por qué con la de dificultades que tenemos: vivienda, empleo, inmigración, emigración, falta de recursos. Han escogido precisamente el tema de la mujer, que afecta a la mitad de la población, a la mitad de los electores. Reconozco que me ha costado una reflexión, pero finalmente he comprendido que tienen razón en temer a las mujeres libres, a las mujeres que deciden ser madres o no, separarse o no, a las mujeres que se creen capacitadas para ejercer su profesión en las mismas condiciones que los hombres. El temor a esas mujeres está bien fundamentado porque las mujeres libres vamos a cambiar el mundo que ellos quieren, un mundo en el que, según el sexo que tengas, tienes un papel u otro en la vida. Yo creo que han estudiado muy bien lo que pasa en España, saben que la bandera del independentismo catalán es algo que agrede a mucha gente, todo el mundo se posiciona ante el «España se rompe». Y saben, además, que este es un país machista como toda la cuenca mediterránea y han comprendido que las dos banderas que levantan pasiones son la de la unidad de España y la de la mujer.

-Visto que el mensaje feminista sigue sin calar en una parte de la sociedad, ¿cree que habría que hacer autocrítica, que ha podido haber excesos en la aplicación de las políticas de género?

-El feminismo tiene muchas cosas que mejorar, tiene que armarse porque no ha visto venir la profundidad del ataque de la ultraderecha, pero también es cierto que es muy difícil defenderse de las mentiras. Yo he escuchado a líderes de Vox decir que a cada mujer maltratada le corresponderían 70.000 euros si todos los recursos se hubieran repartido entre ellas. Es obvio que pretenden que cada mujer maltratada diga «¿dónde están mis 70.000 euros?» o que cada mujer diga «si me maltratan, me corresponde ese dinero», como si de una lotería se tratase. Está hecho con mucha frivolidad, con maldad y con intención de sembrar la idea de que los recursos se han malgastado. Puntualmente se ha podido malgastar algún recurso o haber alguna denuncia falsa, pero el Observatorio del CGPJ dice que en el 2017 hubo un 0,0017% de denuncias falsas. ¿Cuántas denuncias falsas hay en materia de seguros? ¿Y por eso decimos que la legislación en materia de seguros hay que quitarla? Es muy fácil que vengan cantamañanas a lanzar esos mensajes, gente muy bien asesorada que dice no llevar a España en la cabeza (no saben datos concretos de recursos o legislación) porque la llevan en el corazón. Pero, ¿si me maltrata mi pareja, a quién acudo? ¿Cómo se resuelven los problemas concretos con España en el corazón? Lo que quieren es que nos quedemos como estamos, que los ricos sean más ricos, los pobres más pobres y la mujer, cada vez más supeditada, para que los hombres machistas no pierdan sus privilegios.

-El machismo no es solo cosa de hombres. ¿Alguna vez se ha sorprendido en un comportamiento machista?

-El machismo está tan metido en el tuétano de nuestra sociedad que, a pesar de los años que llevo con las gafas de la igualdad puestas, también a mí me ha pasado. Por eso sé que hay que estar muy vigilante.