«Una visita de media hora a la semana no es suficiente, mis padres son muy mayores, están aislados en la residencia desde marzo y no entienden lo que está pasando aquí fuera, solo saben que vamos muy poco a verlos y se sienten tristes y abandonados». Es la queja de Félix Fernández, miembro de la Plataforma por los Dependientes de Los Pedroches cuyos padres conviven juntos en una residencia del norte de la provincia desde hace tres años. «Hasta que empezó lo del covid, yo iba a verlos a diario solo o con mis hijos, y mi hermana igual, aunque fuera un rato», explica, «se les veía contentos porque nos veían a menudo, sabían de nosotros y de sus nietos, pero ahora cada vez que nos ven preguntan lo mismo: ¿por qué no venís más, cuánto tiempo hace que no pasáis a vernos?».

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Martín y Ana tienen 95 y 94 años respectivamente. «Vivieron la Guerra Civil, pero no una pandemia, no saben lo que es esto, cuando te ven con la mascarilla dicen que para qué vas con eso, les hemos explicado muchas veces lo que pasa con el covid, pero no acaban de comprenderlo, no son conscientes de lo que está haciendo el virus ni de la necesidad de tantas medidas de seguridad». Félix y su familia no tienen queja del trato que reciben sus padres. «En su residencia, toquemos madera, no ha habido ningún caso, están muy bien cuidados, pero les falta el cariño de los suyos que es fundamental a esas edades».

Según relata Félix, en casi diez meses de crisis sanitaria, Martín y Ana han salido solo una vez, en verano, una hora en la que pudieron reencontrarse con sus hijos y nietos después del confinamiento estricto. «Hubo una visita esporádica justo antes del brote de la discoteca en Córdoba, una horita que les sentó muy bien después de tantos días encerrados, pero con el brote volvieron a cerrar a cal y canto las residencias hasta que permitieron otra vez las visitas con cuentagotas», recuerda, «la Junta de Andalucía permite que vaya hasta una hora a la semana solo una persona, pero en la práctica, cada residencia lo hace a su manera y en nuestro caso, es de media hora, un rato que se nos hace muy corto y a ellos también, no pueden seguir así, tienen que dar más tiempo y que los familiares puedan turnarse para ver a sus mayores». Al tener a su padre y a su madre confinados juntos en la misma residencia, tienen permiso para acudir dos personas a la vez, una por cada mayor, por lo que habitualmente asisten él y su hermana.

En la residencia en la que viven, comparten alojamiento con un centenar de mayores, muchos de los cuales coinciden en la demanda de más tiempo de visita. «Cuando piensas que pueden pasar así sus últimos años, sin contacto casi con sus seres queridos, separados de nosotros por una mampara, te vienes abajo», señala Félix, que sintió especialmente no poder celebrar el 95 cumpleaños de su padre hace unos días. «Mi madre los cumplió el 2 de marzo, justo antes de que empezara la pandemia, y estuvimos con ella, pero el de mi padre ha sido el 11 de diciembre y ni siquiera pude verlo porque no era día de visita».

El sistema de videollamadas no siempre funciona bien, señala. «A veces, me encuentro una videollamada perdida porque se ha hecho mientras yo estaba trabajando y no he podido atenderla, imagino la pena que debe darles a ellos cuando se quedan esperando», confiesa.

De cara a las fiestas navideñas, no podrán llevarlos a casa. «No podemos, nos da mucho miedo que salgan y se contagien en casa, es mucho riesgo, pero eso no significa que no queramos verlos más de esa media hora semanal, por eso pedimos a la Junta que excepcionalmente reconsidere su planteamiento y que amplíe las visitas, que nos den al menos dos días a la semana y que se permita que vayan varias personas, siguiendo las mismas normas de seguridad que hasta ahora para que puedan ver a todos sus familiares estos días», reclama insistente.