--¿Por qué fue Córdoba la primera ciudad del país en tener policías locales mujeres?

--Estaba previsto que hubiera sido Bilbao la primera, pero Córdoba se dio más prisa. Al final, Madrid fue la segunda.

--Fue tal la sorpresa que supuso este avance que tuvieron que ir ustedes a otras ciudades a dar a conocer su labor.

--Sí, fuimos invitadas junto a un grupo del Ayuntamiento, con el jefe de Protocolo, Antonio Bejarano, a visitar Santiago de Compostela por el Año Santo. Algunas policías estuvimos en Madrid, otras en Barcelona, Málaga o Fuengirola. El Ayuntamiento donó una réplica del Potro a Fuengirola. Nos atendieron estupendamente. Nos agasajaban en todos los sitios a los que íbamos, como si fuéramos mujeres floreros, aunque todas nosotras nos considerábamos profesionales 100%. En la Semana Santa de Málaga desfilamos perfectamente uniformadas. También nos requirieron dos años para la procesión de la Virgen de la Estrella de Villa del Río. En aquella procesión coincidimos con Matías Prats padre, que era muy campechano. Se situó entre nosotras dos y nos dijo: "Hay que ver las artistas que da este pueblo". Matías Prats hijo tiene una casa junto a la nuestra en Villa del Río.

--Incluso se prepararon para la policía montada, ¿no?.

--En el polideportivo Vista Alegre estaban las caballerías de la Policía Local. También se supone que nos iban a enseñar judo, pero fue poca cosa. La primera promoción de policías locales mujeres éramos todas jóvenes y delgadas. Por nuestra cuenta hacíamos deporte, porque tuvimos que superar unas pruebas físicas. Nosotras dos subíamos corriendo desde la calle Palmera hasta el Cerrillo y luego bajábamos. En el Cerrillo, debajo del árbol gordo, nos preparamos las oposiciones. Estuvimos primero dos años interinas y luego ya sacamos la plaza. Tuvimos a don Arturo de preparador en la calleja del Indiano. A la vez hacíamos los cursos de socorrismo en la Cruz Roja y después el servicio social, que era obligatorio para ser funcionaria. El servicio social consistía en aprender a cocinar, coser y bordar. También nos explicaban cómo ordenar la casa y los armarios. Y, por supuesto, religión.