Nueve meses de pandemia con intervalos de estado de alarma y distintos grados de confinamiento han puesto a prueba las redes solidarias, que a falta en muchos casos de una respuesta rápida y suficiente por parte de las administraciones, reaccionaron saliendo volcándose en atender a los más necesitados.

La propia Junta de Andalucía ha puesto el termómetro a la solidaridad en estos tiempos de covid con varias encuestas cuyo resultado ha demostrado la implicación social de un amplio sector de la población. Según un informe de la secretaría general de Políticas Sociales y Voluntariado, la principal preocupación de las organizaciones no gubernamentales que han estado dando la cara en los peores momentos de la pandemia ha sido «atender la necesidad de alimento y asegurar el acceso a los bienes básicos de los colectivos de riesgo». Mientras muchas administraciones cerraban a cal y canto sus oficinas, también en el ámbito de los servicios sociales, más de la mitad de las oenegés de Córdoba han seguido atendiendo de forma presencial a sus usuarios, frente a un 48% que ha actuado por medios virtuales. En Córdoba, de 69 entidades consultadas, 58 continuaron sus actividades durante el estado de alarma, pese a que una parte importante de los voluntarios, entre los que suele haber una amplia presencia de personas mayores, tuvo que ser derivada a actividades no presenciales. Y pese a que la avalancha de voluntarios inicial se redujo tras el confinamiento, al reanudar las obligaciones laborales, no todos se han ido. El covid ha permitido a muchas entidades dar un paso en el relevo generacional e incluso aumentar el número de voluntarios. Ejemplo de ello es Cruz Roja, que este año ha batido su récord al sumar 5.000 voluntarios en la provincia tras unirse durante la pandemia 600 personas.