El 23º Concurso Ibérico de Vinos Premios Mezquita, un certamen promovido por el Aula del Vino y organizado por la Academia del Vino de Córdoba, se celebró ayer en el hotel Eurostar Palace con la participación de 325 caldos de 93 bodegas de España y Portugal. El presidente del jurado, Manuel López Alejandre, explicó que este concurso nació con la idea de potenciar el sector vitivinícola, premiando la calidad, el esfuerzo del viticultor y del bodeguero. Hoy día, cuando ya se han alcanzado 23 ediciones, los premios Mezquita se han convertido en «el concurso más importante que se hace en Portugal y en la mitad sur de España», aseguró el también presidente del Aula y de la Academia del Vino.

El jurado estuvo compuesto por 35 catadores procedentes de varios países, muchos de ellos pertenecientes a la prensa especializada y el resto, enólogos y sumilleres. Los premios que se otorgarán, y que se conocerán a lo largo de esta semana, serán Gran Mezquita de Oro, entre los que hayan obtenido entre 100 y 96 puntos; Mezquita de Oro (95 a 88); Mezquita de Plata (87 a 83) y Mezquita de Bronce (82 a 77).

Además, se entregarán galardones especiales como el premio Ayuntamiento de Córdoba, que distinguirá al vino que consiga la mejor puntuación; el de Diputación, al vino con indicación geográfica protegida que obtenga más puntos; el Elio Berhanyer, a la botella mejor vestida, o el premio Diario CÓRDOBA, al Pedro Ximénez de la provincia que lidere las puntuaciones.

López Alejandre señaló que las botellas premiadas lucirán un sello-medalla como prueba del galardón obtenido, lo que «llevará la marca Córdoba, unida a un producto agroindustrial de calidad, por todos los lugares del mundo». De hecho, junto al concurso de aceites, «nuestra idea ha sido siempre que Córdoba sea referente de calidad de productos agroalimentarios», añadió.

En cuanto a la participación por categorías, López Alejandre apuntó que «la moda se detecta en el número de vinos de cada tipo que se presentan». Así, «ahora mismo están muy de moda los blancos jóvenes y los tintos barrica, por lo que de estos han participado muchos», pero también hubo amontillados, Pedro Ximénez, rosados y espumosos, entre otros. La cata fue por el sistema a la ciega, con las botellas cubiertas para garantizar el anonimato. Se valoró, entre otras cualidades, el color en la fase visual; la intensidad en la olfativa o la persistencia en la gustativa.