El actual marqués de Villaseca, Eduardo Cabrera Muñoz, ha presentado alegaciones a la transformación en hotel de cuatro estrellas del convento de Santa Isabel de los Ángeles, situado en el barrio de Santa Marina. En sus alegaciones, el marqués advierte a la Gerencia de Urbanismo de que «es patrono del convento» y que «tiene iniciado procedimiento judicial que se sigue ante el Juzgado de Primera Instancia número 9 de Córdoba» contra las monjas clarisas, propietarias del convento hasta su venta a Ariete 2016 a final del año pasado. Eduardo Cabrera indica a Urbanismo que el objeto de ese prodecimiento judicial es que declare el convento de Santa Isabel «como fundación» y «requiera a la congregación de religiosas franciscanas clarisas» para que «vuelvan a ocupar el convento para destinarlo a casa perpetua de religión con apercibimiento de que, en caso contrario, se destinarán las instalaciones a otros fines benéficos de interés general». Cabe recordar que en la demanda, el marqués aporta documentación de la relación de sus antepasados con el convento fundado por Marina de Villaseca y de la inmatriculación que hicieron las monjas en la década de los setenta del siglo pasado.

Al mismo tiempo, el marqués de Villaseca, en las alegaciones a la licencia del proyecto hotelero, avisa a Urbanismo de que hay «iniciado y pendiente de resolución en Cultura el expediente para la declaración del edificio como Bien de Interés Cultural (BIC)». Por último, y lo que es fundamental para la familia descendiente de Marina de Villaseca, el marqués pone en conocimiento de Urbanismo que en el convento «están enterrados numerosos familiares de quien suscribe y personajes históricos». En este sentido, el marqués aporta una lista con 42 personajes históricos, entre ellos, la propia fundadora, y el obispo de Málaga y de Córdoba Francisco Pacheco.

El marqués pide a Urbanismo que tenga en cuenta, tanto para la concesión de la licencia de obra como de la de actividad del hotel de cuatro estrellas, que «los enterramientos existentes corresponden a personas fallecidas en unas fechas en las que se produjeron en Córdoba epidemias de enfermedades infecciosas graves, lo que ponemos en su conocimiento porque desconocemos si podría suponer un riesgo para la salud pública a la hora del traslado incontralado de dichos restos».

Las alegaciones indican que «el levantamiento planimétrico obrante en la documentación gráfica del expediente y que sirve de soporte a la intervención pretendida carece de rigor suficiente como documento acreditativo del estado actual de un edificio que ha sido incoado como Bien de Interés Cultural». En este sentido, el marqués asegura que «no aparecen representados en los planos del estado actual las columnas, pilastras, arcos, hornacinas de la capilla, ni los artesonados existentes a día de hoy en la edificación». «Tampoco aparece representada la existencia de tumbas, nichos u oquedades que sirvan de sepulturas», señala.

El marqués concluye en sus alegaciones que «las circunstancias expuestas entran en grave conflicto con la eventual concesión de licencia de actividad de hotel y la subsiguiente licencia de obras», ya que considera que «el citado edificio debe ser protegido en su integridad como patrimonio de Córdoba, con todos los elementos arquitectónicos y artísticos con los que cuenta actualmente, debe ser destinado a los fines conventuales y/o benéficos para los que se fundó y los enterramentos existentes deben ser respetados y salvaguardados de manipulación y profanación».