Si hay un establecimiento hostelero por el que ha pasado toda la ciudad en las últimas cuatro décadas es La Gamba de Oro, una marisquería ubicada en el corazón del barrio de los Olivos Borrachos que abrió sus puertas en los años 70. Al frente ha estado durante muchos años Manuel López, que junto con su hermano José abrió un pequeño bar donde antes Aurora Galán tenía una bodeguita para abastecer de licores a los vecinos. Estaba muy cerca de la casa que lo vio nacer, en la calle Fuente Obejuna número 35.

El negocio comenzó sin querer, como explica Manuel, cuando su hermano, acostumbrado a poner «cuatro platillos de gambas» como tapita para sus clientes, decidió convertir el establecimiento en una marisquería. Después Manuel se haría cargo del negocio y lo llevaría a otras ciudades de España.

Ha estado al frente de él 43 años hasta que hace dos meses, cuando había cumplido los 70, se lo alquiló a alguien en quien confiaba y que conocía bien los productos que allí se venden. Ahora está jubilado, pero es incapaz de desentenderse de su trabajo y sigue llevando las subastas de marisco para el bar y controlando la comercialización de los productos que exporta a distintas provincias bajo su marca.

También montó en los años 80 un Hogar del Pensionista, un lugar de encuentro para quienes no tenían un sitio para reunirse y que estuvo abierto hasta la construcción del centro de mayores del distrito.

La Gamba de Oro fue ganando en popularidad y Manuel se hizo con varias casas aledañas y tuvo que contratar más empleados. El establecimiento, como señala, «fue un poco el renacer de los Olivos Borrachos», «el recordar a la gente de Córdoba que estaban allí», ya que la construcción de una vía de acceso a la nueva plaza de toros «hizo polvo a la barridada» porque la alejó de su entorno. Pero el barrio permaneció unido, por lo que se siente «agradecido»