Cuando una persona se trasplanta es como si volviera a nacer. La cordobesa Ángela Guzmán, perteneciente a una familia y a una profesión (enfermera del hospital Reina Sofía) concienciadas con la donación de órganos, se convirtió de un día para otro en la donante de vivo de hígado de su hija, María López, cuando su pequeña tenía solo 2 años y medio. De este modo, Ángela le daba a su niña la vida por segunda vez, la primera cuando María, que ahora tiene 4 años y medio, nació y la siguiente al permitir, justo hoy hace dos años, que recibiera un trasplante con parte de su hígado, para que afrontara de este modo una enfermedad metabólica rara que le habían diagnosticado a su pequeña en el Reina Sofía y que le estaba deteriorando mucho su calidad de vida.

Sin embargo, María ha tenido una tercera oportunidad de nacer, ya que requirió un segundo trasplante, que fue posible llevarlo a cabo el 30 de enero de este año gracias a una donación anónima. El injerto que recibió de su madre estaba fallando al ser la arteria hepática de su progenitora menor que la suya. Ángela, que apoyó ayer en el Reina Sofía la donación de órganos, relató a su vez que recientemente ha fallecido un tío suyo, un hermano de su padre, que ha sido donante de órganos. Actualmente María hace una vida normal y va al colegio. «Les dice a sus amigos que si se les ponen los ojos amarillos, su médico les pone un hígado nuevo y no pasa nada. Así de bien lo lleva», añade Ángela. Por su parte, el médico cordobés Antonio López, trasplantado de médula ósea, invitó a la sociedad a que sea solidaria con la donación de órganos y de médula ósea. «Donar médula es muy sencillo. A mi hijo mayor, que fue mi donante, le extrajeron por vía periférica células madre que luego me trasplantaron a mí por la misma vía, todo en 5 minutos y sin consecuencias», relató.