Manuel Prieto vive días de ajetreo. Este pasado domingo fue el primer vecino de Córdoba en recibir la primera de las dos dosis de la vacuna de Pfizer que lo inmunizará contra el covid-19. Tras él fueron también vacunadas las mujeres residentes en el centro de mayores San Rafael de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, después los hombres y por último las hermanas de la congregación, según relata el propio Prieto. La vacunación prosiguió entre los mayores de la residencia San Juan de la Cruz y medio centenar de profesionales del Hospital Reina Sofía.

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Según fuentes de la Junta de Andalucía, no le han sido notificadas ninguna anomalía en el proceso. Los vacunados se encuentran bien, igual que Manuel, que en la residencia se vale por sí mismo, es «autónomo, me hago la cama, me ducho y me visto solo», y además ayuda a las hermanas cada tarde haciéndose cargo de la portería de la residencia donde atiende el teléfono y recibe a las visitas. Una de las anécdotas del domingo fue verlo arreglado, con chaqueta y corbata para la ocasión. Él lo aclara de nuevo: «de siempre me gusta ir arreglado, en el barrio me decían que era el Julio Iglesias de Jesús Rescatado».

¿Cómo se encuentra?

Normal, como si no hubiera pasado nada. Aquí nos toman siempre la temperatura por la mañana y está todo normal.

¿Cómo vivió el día del domingo?

A parte de muy ajetreado fue sorprendente, no tenía previsto tanto jaleo, pero bien. Yo no tengo mucho que perder y sí mucho que ganar. He escuchado al presidente decir que para verano esperan tener vacunado al 50% de la población el país y yo me siento afortunado de estarlo ya.

Tienen que volver en 21 días para la segunda dosis.

Sí, y después de esa segunda dosis, a la semana estaría inmunizado, eso me dijeron ayer.

Dijo usted que esperaba recuperar la normalidad, ¿Qué es esa normalidad para usted?

La normalidad es lo que había hace un año, nada de bicho ni de mascarillas.

¿Cómo ha vivido la pandemia, en qué ha cambiado su vida?

Como todo el mundo, yo he estado ahí tres meses confinados en la habitación sin salir y los miedos asustan. Lo que quiero es que lo antes posible volvamos a la normalidad, aunque sé que queda todavía un poco de tiempo. La vacuna es una ilusión, pensar que, bueno, si tengo suerte no me muero de este bicho.

Nos sorprendió que ayer incluso nos hizo ver que usted ha estado ajeno a lo que ha pasado en la propia residencia.

Yo no sé cuantos estamos, pero sí sé que hay más mujeres que hombres. Sí te puedo decir que, de los hombres, los que jugamos al dominó hace un año seguimos estando los mismos. De las mujeres no sé. No sé los problemas que ha habido en otros casos.

¿Cómo llegó a Córdoba?

Nací en un pueblo de la provincia de Orense, con el tiempo nos mudamos a Madrid y viví allí 8 o 10 años, después me casé con una cordobesa y me vine aquí a trabajar.

¿A qué se dedicó?

Estaba trabajando en la casa Renault en Madrid, y vine aquí cuando se inauguró la casa Ford, donde fui jefe de ventas durante 10 años. Después me pasé a la Opel, donde estuve otros diez años, después me puse por mi cuenta y antes de jubilarme volví a entrar en la Renault donde se portaron de maravilla también conmigo y allí me jubilé.

¿Tiene familia?

Tuve dos mujeres en mi vida, la primera, Mari, es la madre de mis dos hijos y la segunda, Lola, con la que estuve también unos 20 años. Cuando se terminó lloré por ella. Mis dos hijos están en Córdoba y en Madrid.

¿Ha sido difícil sobrellevar la distancia física durante la pandemia?

Yo siempre he estado en contacto con ellos a través del móvil. Me llevó con ellos muy bien, estupendamente. Con toda la gente que ha estado en mi vida me llevo bien.