El paisaje de la ciudad de Córdoba ayer, 31 de julio, era muy parecido al del día anterior, no había taxis en las paradas ni circulando por las calles. Quizás, los más afectados por la huelga de este sector fueron los viajeros que llegaban a la estación de Renfe y se encontraban «desvalidos», cargados con maletones de las vacaciones y sin saber cómo llegar a sus casas o a sus hoteles. «¿No hay taxi?», preguntó desconsolada una señora con dos maletas inmensas y una niña pequeña a su salida de la estación de tren.

Otros, sin embargo, se mostraban indignados ante la sorpresa de encontrarse sin este servicio de transporte público. Es el caso de Cristina Flores, que había llegado este lunes desde Oviedo a la estación de tren y se topó con que no tenía transporte para regresar a su casa. «Hoy he venido en coche a por mi hija, pero ayer lo pasé fatal con dos maletas, sin saldo en el móvil y sin forma de regresar a casa. Estoy muy indignada con el tema», aseguró Flores, que también preguntó, «y si no tienes a nadie que pueda venir a por ti, ¿qué haces?».

Desde luego, la parada del número 3 del autobús de Aucorsa de la estación estaba ayer a «reventar» de viajeros, todos ellos cargaditos de maletas y de bultos. «Queremos ir en bus. Es un servicio excelente el de los autobuses en España», comentó ayer el argentino Pedro Zubieta, mientras esperaba pacientemente el autobús número 3.

«En Argentina existe el mismo problema entre el servicio público del taxi y los vehículos con conductores, pero considero que allí el enfrentamiento entre gremios es más agresivo», explicó este argentino, recién llegado a Córdoba desde Málaga, ciudad en la que sí pudo coger un taxi ayer para ir a la estación.

A la mexicana María Teresa Hernández, la falta de taxis le provocó bastantes nervios y un buen sablazo en el bolsillo. En primer lugar, tuvo que tomar un chófer particular del hotel a la estación de Sevilla, que le salió por un buen pico para después llegar a Córdoba con «demasiado equipaje», que desplazaba con dificultad, y tener que subirse a un autobús que la iba a dejar a un considerable paseo de su hotel. «Todo esto me está fastidiando al bolsillo y a las piernas», dijo.