Amor en polvo ha sido de las pocas películas que se han atrevido a ver la luz en las salas de cine en medio de la pandemia. Un aliento para el público y para el sector en clave de comedia romántica protagonizada por la cordobesa Macarena Gómez, en la que también ha participado como productora asociada. La actriz y empresaria ha dejado más que claro durante toda su carrera que es todoterreno, que no importa a lo que se enfrente porque ella siempre tendrá la predisposición para asumir retos y sus propios proyectos y, ahora también, para ayudar a que los trabajos de otros lleguen a más personas. ¿Acaso no es el fin último del cine ser visto? Ella lo tiene claro; son muchas las películas que se quedan en el cajón por falta de financiación, especialmente en momentos de crisis como estos y hay que atreverse; por el cine, por el arte. Macarena, que lleva trece años encarnando a Lola Trujillo en La que se avecina, se siente afortunada por poder seguir trabajando y por haber podido parar en los meses de confinamiento para estar con su marido, su hijo y sus animales en el campo, donde reside.

- ¿Cómo ha sido estrenar Amor en polvo y producir en un momento como este?

Es una película en la que no estuve desde el principio, no vi el germen del proyecto. Una vez acabada, al ver que no encontrábamos ninguna distribuidora para estrenarla en cines, decidí asociarme al productor y director que puso gran parte de su patrimonio en la película. Pensé que quería ayudar porque es un filme muy interesante y temía que se quedara en el cajón. Esa ha sido mi forma de participar como productora: ayudando a buscar distribución e invirtiendo en promoción. Originalmente, yo solo estaba como actriz. Lo hice por una cuestión romántica, me gustaba la película y quería que se viera aún sabiendo que al ser una película pequeña podría no hacer mucho dinero en taquilla. Nos arriesgábamos también a estrenarla durante la pandemia. Pensábamos que no podíamos seguir retrasándolo. Si no hay oferta, no hay consumo. Muchos cines estaban haciendo reposiciones de películas. Era el momento idóneo para poder estrenarla conscientes de la situación en que lo hacíamos. Queríamos ponerla a disposición de los espectadores. En octubre o noviembre podría haber pasado exactamente lo mismo.

- De hecho, en una de tus publicaciones de Instagram sobre el estreno escribiste: «¿Quién se atreve a ir al cine?»

Ir al cine es mucho más seguro que irte a tomar unas cañas o irte a un restaurante. Hay muchísimas medidas de seguridad, geles hidroalcohólicos por todos lados, mascarilla, distancia, reducción de aforo. Cuando se estrenó en los cines solo se podían llenar al 50 o al 70%. Puedo entender que a la gente no le apetezca ir al cine y que al haber estado tanto tiempo confinados prefieran estar al aire libre, pero seguridad hay.

- Esta película versa en torno a las relaciones y el sexo y ve la luz en un momento, cuanto menos, extraño para ambos. ¿Cómo crees que se está transformando la realidad a este respecto y cómo se está traduciendo en el cine?

- A finales de mayo, cuando empezamos a volver a rodar La que se avecina, si había escenas de besos ya no nos los dábamos, si teníamos que abrazar, ya no lo hacíamos. Sí que está afectando a los personajes. En la última película que estuve rodando en Salamanca, me negué a besarme también. Aunque mi personaje se enamorara, pedí solventarlo de otra manera. En cuanto a las narrativas, no creo que vaya a afectar demasiado. Creo que esto es una cosa pasajera y que dentro de un año volveremos a la vida que hemos tenido siempre. Volveremos a abrazarnos, a besarnos, a tener contacto físico. La última película que he rodado se escribió hace un mes y no afectó en nada en el guión. Creo que no se está teniendo demasiado en cuenta porque ruedas una película y sale dentro de un año o año y medio y, en el fondo, todos tenemos la esperanza de que dentro de un año podamos ver este momento como algo lejano y comportarnos físicamente como hasta hace seis meses.

- Amor en polvo

- Es importantísimo. No solo en los momentos de crisis como este. Me encanta ir en metro y lo que más me agrada es cuando alguien se me acerca y me dice «Oye, Macarena, gracias por hacerme reír porque estoy pasando por un momento muy malo y me estás ayudando». El humor es importante en momentos de crisis, pero también en el día a día, lo necesitamos para evadirnos de la cruda realidad. Ahora es más necesario, pero siempre ha sido y siempre será necesario.

- ¿Has descubierto algo sobre ti misma durante estos meses? ¿Te ha apetecido hacer algo distinto?

- Si te soy sincera, no. De mí misma no he aprendido nada. Ya me conozco bastante bien. Pero sí he aprendido cosas de la relación con mi marido y mi hijo. Ahora los conozco mejor.

- En este sentido, ¿has encontrado alguna dificultad para conciliar en esta nueva situación?

- Durante el confinamiento, por el tipo de trabajo que tengo, no he tenido que conciliar porque no he trabajado. He tenido esa suerte. Mis amigas me contaban que era una pesadilla teletrabajar con tres niños correteando por la casa y las entiendo. Ha debido ser durísimo. En mi caso, he podido estar casi tres meses dedicada únicamente a mi hijo, a mi marido, a mi casa y a mis animales. Ha sido muy fácil.

- ¿Alguno de tus proyectos se ha cancelado o modificado por la crisis?

La que se avecina se pospuso y la retomamos en mayo. Tengo muy mala memoria... Se han retrasado varios proyectos, pero, si te soy sincera, cuando terminó el confinamiento me empezó a salir mucho trabajo, he trabajado muchísimo y en septiembre, si todo va bien, seguiré trabajando. Acabo de rodar una comedia en Salamanca que se decidió grabar en cuestión de un mes. Era algo impensable. También voy a doblar una película de animación. Hay muchas cosas en el aire pero estoy contenta. Además, tengo muchos proyectos a largo plazo pero aún no hay fechas concretas ni se sabe qué va a pasar con ellas. No me emociono demasiado hasta que no firmo el contrato.

- La pandemia ha supuesto una revolución en los formatos que, cuanto menos, ha generado polémica. Un ejemplo de esto puede ser el traslado del teatro al streaming. ¿Es este paso una evolución lógica o una lucha por sobrevivir?

- Es una situación lógica. Recuerdo cuando comenzaron a funcionar las plataformas de streaming el sector se volvió un poco loco. Entiendo a las distribuidoras y a los exhibidores, pero es una realidad que la gente deja de ir al cine para quedarse en casa viendo una película. La pandemia ha acelerado toda esta transformación porque se ha consumido más cine que nunca. Esto también ayuda a que haya una gran demanda de contenido que a su vez genera trabajo y que muchos compañeros tengas oportunidades que antes no. Para la última película que he rodado en Salamanca llamé a varios amigos actores y ninguno podía, todos estaban trabajando. También es importante aclarar que en esta profesión son muy pocos los que tienen la posibilidad de hacerlo, pero los pocos que tienen acceso al trabajo, lo están haciendo para series y películas de estas plataformas.

- ¿Qué recomendarías que viéramos en lo que queda de verano?

Amor en polvo, por supuesto. Es una pena que no la hayan puesto en Córdoba. Me ha dado una rabia tremenda. Sé que la han puesto en Cádiz, Huelva, Sevilla... Y en plataformas, dos series que me han interesado mucho recientemente: Unorthodox (Netflix) y Succession (HBO). Hay muchas maravillosas.

- ¿Está la cultura en crisis?

Claro que sí. Es lo que ocurre siempre: en los momentos de crisis, cuando hay menos poder adquisitivo, la gente deja de consumir cultura, se suelen anteponer otras formas de pasar el tiempo libre. La pandemia ha afectado a algunos sectores más que otros. También soy empresaria y puedo ver que los grandes damnificados han sido el sector cultural, la hostelería, el turismo, el ocio… Vengo de Menorca y los menorquines me decían que estaban viviendo era una ruina. Es una pena. Como empresaria que se dedica también al ocio considero que hay una evidente desprotección de sectores concretos y que se necesita una intervención de rescate.

- ¿Habláis entre colegas de posibles soluciones a esta situación?

Durante el confinamiento hubo varias movilizaciones y varias iniciativas para pedir ayuda económica, incluso la Academia de Cine estuvo hablando con el Ministerio de Cultura pero creo que al final quedó en nada. Está todo muy complicado porque todos estamos mal.

- En Córdoba hay muchos proyectos cinematográficos emergentes. ¿Qué tenemos que aprender en la ciudad con respecto al cine?

Poco antes de la pandemia creamos la Plataforma CAVC precisamente para impulsar que se hiciera cine en Córdoba. Se está intentando apostar por los rodajes y las ayudas para las grabaciones en la ciudad. Es una pena que con la preciosidad de ciudad que tenemos, siempre que se vaya a rodar sea a Sevilla. Tengo muchos proyectos propios que estoy intentando que se rueden en Córdoba. Deseo fervientemente poder rodar en mi ciudad, pero se necesita ayuda de las instituciones para facilitarlo. Yo me tuve que ir de Córdoba para trabajar como actriz y cualquiera que quiera dar un paso adelante, tiene que irse a Madrid, que es donde se está concentrando todo. Hay que trabajar duro para que la ciudad y sus proyectos cinematográficos salgan adelante. Hay mucho talento.