No era Jueves Santo, pero sí un anticipo de ese esperado día. Una jornada en la que el antiguo Alpargate se viste de fiesta para acompañar a su Esparraguero. Ayer no fue menos, numerosos fieles se dieron cita para acompañar a su Crucificado, que a primera hora de la tarde avanzaba por la empinada cuesta de acceso al templo trinitario bajo los rayos de un sol que anticipaba la primavera.

La música de capilla sustituyó ayer a la sonoridad de su agrupación musical, poniendo la nota de recogimiento al acto. Así, sobrio, elegante, escoltado por cuatro ciriales de plata y con un minimalista exorno floral a los pies, caminaba el poderoso Cristo de Gracia por la calle María Auxiliadora buscando la Catedral.

No necesitaba más. Su sola presencia llenaba las calles y nos hablaba de cuatro siglos de fe y devoción a una imagen, cuatro siglo de rezos, de promesas, de peticiones. Algo que se pudo comprobar ayer cuando la gente se acercaba tímidamente y rozaba la cruz y la besaba como una preciada reliquia inalcanzable.

Precediendo a la imagen, un nutrido cortejo formado por hermanos de la cofradía, así como representantes de la hermandad de la Santa Faz, el Vía Crucis y el Rescatado, además del presidente de la Agrupación de Cofradías, Francisco Gómez Sanmiguel, que acompañó a la junta de gobierno en la presidencia.

De este modo, el Crucificado caminó por las calles de la ciudad unas de siempre y otras inéditas. Se recreó en la iglesia de la Compañía, donde la hermandad del Santo Sepulcro salió a recibirlo. Tras este emotivo acto, el cortejo siguió rumbo a la Catedral pasando por la calle Céspedes, donde el Crucificado tuvo que ser ligeramente girado por la estrechez de la vía. Desde esta calle desembocó en la misma Catedral, donde a escasos metros esperaban las representaciones de las hermandades para comenzar el rezo del Vía Crucis.

Con el Cristo ya enmarcado en la Puerta de las Palmas, el consiliario de la Agrupación de Cofradías, Pedro Soldado, comenzó con la preparación del rezo. El Crucificado se perdía ya entre la monumentalidad del interior de la Mezquita-Catedral ente el rezo de las distintas hermandades elevando todas juntas una única oración en este primer sábado de Cuaresma con cierto tono primaveral.

Una vez concluido el Vía Crucis, la comitiva se dirigió hacia el cercano convento de la Encarnación, a escasos metros del taller del recordado imaginero Miguel Arjona, quien restauró al Cristo en 1982. Tras haber permanecido allí anoche, desde el convento cisterciense se iniciará hoy su camino de regreso hasta la iglesia de los Padres Trinitarios.

En el recuerdo quedará un acto que sin duda llenaría el alma de los que contemplaron este histórico momento, repleto de esa luz que irradia la imagen del Cristo de Gracia.