En un mundo en el que el acceso a internet se ha generalizado, donde cada vez es más difícil encontrar personas ajenas a las redes sociales y a las compras online, una cuestión tan baladí como canjear una cantidad por esta vía puede atragantarse si el afectado no está muy ducho en la materia. Esta vez, los afectados por la brecha digital han sido un grupo de mayores residentes en el bloque de viviendas de Sama Naharro. Como cada año, adquirieron unas participaciones para el sorteo de Navidad del número 26.690. «Este año, la empresa que lleva la seguridad en el edificio ha cambiado, pero como llevamos años jugando al mismo número, quisimos seguir la tradición y compramos una papeleta», explica Manuela. El destino los dejó muy cerca del premio Gordo, a solo un número, siendo premiada cada participación con un premio menor de 24 euros. Hasta ese día, parece que nadie había leído las indicaciones de la papeleta, donde se explica que, en caso de premio, este se podía canjear a través de internet o acudiendo a una administración en Barcelona. Cabe señalar que la empresa en cuestión y la fundación que emite las participaciones tienen su sede central en Cataluña, por lo que es allí donde adquiere los décimos de lotería. La venta de la lotería tiene una finalidad benéfica, ya que el euro extra que se obtiene con la venta de papeletas se destina cada año a una organización social. Este año, el destinatario de los 3.500 euros obtenidos por esta vía ha sido la Asociación de Fibrosis Quística.

Mientras muchos compradores canjeaban su premio siguiendo las instrucciones de pago expuestas en la web correspondiente, los mayores desconfiaban del sistema. «No me fío de poner mi cartilla en internet, quiero que hacerlo en persona», era la queja de Manuela, Nicolás y otros mayores del edificio, que acudieron a la sede del Grupo SIFU para pedir explicaciones. La situación también era nueva para ellos, ya que es la primera vez que sus participaciones resultan premiadas, según informan, por lo que han tenido que dar respuesta a dudas en distintas sedes de España, pese a que el sistema establecido garantiza que la persona premiada pueda recibir su dinero sin necesidad de intermediarios. En el caso de Córdoba, tratándose de un colectivo con especiales dificultades de acceso a las nuevas tecnologías, la fundación ha decidido solventar la brecha digital con una respuesta adaptada. Para ello, «una persona de la Unidad de Apoyo a la Actividad Profesional (un equipo de Grupo SIFU que ayuda a la integración de sus trabajadores, un 89% con discapacidad) se desplazará el lunes al edificio para asegurarse in situ de que todas las personas sepan cómo cobrarlo», indicaron. Y aquí paz y después gloria.