Juan José Primo Jurado (Córdoba, 1961), doctor en Historia por la Universidad Rey Juan Carlos y licenciado en Filosofía y Letras, volverá en septiembre a dar clase de Geografía e Historia en un instituto de Córdoba, después de siete años de gestión pública, entre concejal y subdelegado del Gobierno, que abandonó el pasado 29 de junio, tras el cambio en el Gobierno de la nación, con Pedro Sánchez como presidente.

-Durante seis años y medio ha sido la cara visible del Gobierno español en Córdoba, ¿qué balance hace de su gestión?

-Para mí ha sido una experiencia magnífica representar al Gobierno de España en Córdoba y ser el representante de los problemas e intereses de los cordobeses ante el Gobierno de la nación. En lo que compete a mí, ha sido un bagaje muy bonito y muy enriquecedor.

-¿Cuáles han sido las luces y las sombras de su mandato?

-Entre las cosas positivas, me quedo con el trabajo con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, con Policía Nacional y Guardia Civil; el descenso de la delincuencia, el descenso de los robos en el campo, que ha sido espectacular, gracias al trabajo de los equipos Roca y a los agricultores, y trabajar con esos profesionales ha sido muy gratificante. Luego, trabajar con los funcionarios, pues hay todavía muchas competencias de la Administración del Estado en Córdoba y son unos profesionales de primer orden. Son cerca de 80 empleados en la Subdelegación del Gobierno, que han sido como una familia. Son ejemplares y se ha creado un ambiente de trabajo muy satisfactorio para todos. Y además, trabajar con la Junta, el Ayuntamiento y la Diputación, buscando puntos de encuentro, de lealtad y de colaboración al servicio del ciudadano, también ha sido muy enriquecedor. Como cosas puntuales que resaltar, diría el traspaso del Polideportivo de la Juventud, que estaba encallado desde hace más de 30 años, por problemas políticos y administrativos, y lo hemos logrado desencallar; también hemos logrado la nueva salida de la variante, que ha costado mucho trabajo, pero a base de insistir ha salido. Lo más negativo para mí fue cuando se descubrió que los huesos que habían aparecido eran de los hijos de Ruth, eso fue el momento más duro. Y luego, hay problemas que no se han podido resolver, que no estaba en mi mano resolverlos. En cualquier caso, yo he recibido a todo el mundo, a todos los he escuchado y no he engañado.

-Usted es un historiador que dio el paso a la política activa, primero como concejal y luego subdelegado del Gobierno, ¿le ha merecido la pena?

-Sí, yo creo que es mucho menos malo un historiador metido a político que un político metido a historiador. Hay muchos políticos que quieren cambiar la historia a golpe de decreto, y la historia no se cambia. Entonces, yo, como profesional de la historia que he estado en la política siete años, me ha parecido enriquecedor, pues es una manera de servir y ayudar a la sociedad desde un puesto político, pero también personalmente, me ha enriquecido como experiencia.

-¿Y piensa seguir en la política?

--Bueno, ahora estoy de vacaciones. En septiembre iniciaré la enseñanza y luego, sí, la política no quiero dejarla de lado.

-La provincia sigue teniendo muchas necesidades, ¿qué proyectos le hubiera gustado dejar resueltos?

-Encauzadas están las dos comisarías de Policía Nacional, que eran muy decisivas; un cuartel de la Guardia Civil en La Carlota, y el de Priego se va a inaugurar próximamente; el aeropuerto está ya también encauzado. Quizá las obras de la N-432, bien de su conversión en autovía o la mejora, sobre todo, del tramo entre Córdoba y Granada, que es absolutamente necesario, siento que se haya quedado en el tintero, aunque en los últimos presupuestos ya está reflejada una partida.

-¿Cuándo cree que se podrá conseguir esta ansiada obra?

-Bueno, es que es de sentido común. Cualquier cordobés sabe que este tramo, entre Córdoba y Baena sobre todo, es muy malo, es peligroso, y creo que en el momento en que haya posibilidades presupuestarias, como la hay en estos presupuestos con una partida importante, que no se ceje en aportar dinero para que sea una realidad.

-Ha presidido juntas de seguridad en todos los pueblos, se ha enfrentado a alertas por terrorismo yihadista, ¿qué le preocupa en materia de seguridad?

-Ahora mismo tenemos un buen nivel de seguridad pero no se puede bajar la guardia. Para mí ha sido un honor presidir tantas juntas locales de seguridad por todos los pueblos de la provincia. Tanto por robos en el campo como por delitos contra el patrimonio en los pueblos o en la capital, no se puede bajar la guardia. El triunfo se basará en una mezcla de la profesionalidad de la Policía y Guardia Civil con la colaboración ciudadana. Punto y aparte es el terrorismo yihadista. Es verdad que estamos en nivel 4 de alerta, pero Córdoba no es un objetivo específico, a pesar de la verborrea de los yihadistas, aunque puede serlo igual que otras ciudades. Ahí también la labor de prevención es fundamental. Vivir sin miedo pero vivir vigilantes.

-Sin embargo, desde la AUGC se dice que Córdoba se encuentra entre las 20 provincias con mayor índice de criminalidad, ¿es eso cierto?

-No, objetivamente no es cierto. Los datos estadísticos no nos dicen eso. Los datos del Ministerio del Interior nos ponen a Córdoba como una provincia ejemplar en cuanto a bajada de la delincuencia, sobre todo en el campo, gracias a la existencia de los equipos Roca. Y las organizaciones agrarias no han parado de felicitar a la Guardia Civil.

-También ha sido una constante la petición de más plantilla y medios para la Guardia Civil, ¿cómo está la situación?

-No están cubiertas las plantillas ni de Policía ni de Guardia Civil, pero es un problema que se viene arrastrando desde hace años y se está mejorando ya; gracias a la mejora económica se han convocado plazas, y la tasa de reposición es del 100% actualmente, y pronto incluso más. Por tanto, bienvenido ese aumento de plantilla, que va a lograr completar el catálogo de puestos de trabajo de Policía y Guardia Civil. Mientras tanto, lo que falta se sustituye por una entrega mayor de esos grandes profesionales.

-¿Diría que el joyero y el campo son los dos sectores más preocupados por los robos y la inseguridad en Córdoba?

-Sí, junto con la seguridad para el turismo. Yo creo que son los tres escenarios donde es más necesaria la seguridad. Un turista tiene que sentirse seguro paseando por Córdoba. Con el sector joyero, hemos tenido continuas reuniones con la asociación de joyeros, con los que hemos tenido unas relaciones magníficas, y se ha mejorado mucho la seguridad, lamentando hechos aislados. Y luego, en el campo, cada año está bajando el índice delincuencial.

-¿Cómo ve la política local en estos momentos?

-Córdoba es una ciudad maravillosa y compleja también. Es una sociedad a la que le cuesta mucho unirse ante temas esenciales, y los cordobeses, a veces, nos perdemos en polémicas, y todo eso se traslada al mundo político. Es muy difícil ser alcalde o concejal en Córdoba. Hace falta más implicación y concienciación de los propios cordobeses. Dicho esto, Córdoba vive una situación política compleja, con un tripartito en el gobierno municipal, con los que yo he tenido como subdelegado una colaboración perfecta, pero como cordobés creo que habría que dejar la ideología e ir más a la gestión ciudadana, a solucionar problemas. Y creo que es un cogobierno quizá demasiado ideologizado para mi gusto.

-¿Qué nos puede suponer Medina Azahara como Patrimonio de la Humanidad?

-Es un revulsivo, y una responsabilidad también para los cordobeses. Es una noticia magnífica, que se lo merecía el yacimiento. Y espero que los cordobeses aprendamos de la grandeza del pasado para mirar al futuro y ser dignos hijos de Córdoba. Esto volverá a poner a la ciudad en el escaparate mundial, como ocurrió con la fiesta de los Patios. Va a traer a Córdoba mucho turismo y más inversiones, pero insisto en que los cordobeses sepamos responsabilizarnos de ese legado patrimonial, pues tradicionalmente el cordobés ha dejado de lado Medina Azahara.

-Como historiador, ¿cómo ve la revisión del callejero de Córdoba?

-Yo lo veo como un error histórico y un error político. Y este país debe superar esos errores. Aquí hubo una Transición, un entendimiento y una concordia entre las dos Españas que se plasmó en la Constitución de 1978, donde no se hablaba ni de buenos ni de malos, sino de superar enfrentamientos y enfrentar nuevos retos, aprendiendo de los errores pasados. Me parece que ocho décadas después de aquella guerra fratricida, volver a hablar de buenos y malos, de memorias que hay que mantener y de memorias que hay que condenar, creo que es un error absurdo, histórico y político.

-Quitarle el nombre a calles como Conde de Vallellano o Cruz Conde... ¿qué le parece?

-Es que ya, tanto Julio Anguita como Herminio Trigo quitaron del callejero las calles evidentemente franquistas. Pero a mí, como historiador, me parece absurdo que se le quite una calle a José María Pemán, a Antonio Cañero o al Conde de Vallellano, que no tienen ni delitos de sangre... Es volver a hablar de españoles buenos y malos. En aquella guerra todos fueron culpables y todos fueron víctimas.

-Y en este tiempo largo de gestión política, le ha dado tiempo a escribir libros incluso.

-Yo es que creo que el político debe tener una profesión, debe dedicarse a la política de una forma temporal, e incluso estando en política, no perder el contacto con la realidad. Pero, desgraciadamente, en nuestra clase política hay mucha gente que vive aislada, en una burbuja. Y para mí, el seguir escribiendo y publicando libros, que cada año he publicado uno con la editorial Almuzara -Los generales de África (2018), Las grandes batallas (2017), Palabras para el corazón de Córdoba (2016), Paisajes y personajes cordobeses (2015), y La Córdoba de Manolete (2014)- ha sido una manera de seguir en contacto con la realidad y con lo que yo soy ante todo, escritor, historiador, docente...

-Hablando del contacto con la gente, se le ha visto en actos de todo tipo, ¿qué es lo que más le ha llenado de ese contacto personal?

-Lo he hecho, primero, por sentido de servicio a la sociedad. Servir a la sociedad implica estar en los actos, estar en contacto con la gente, con las administraciones públicas, con la sociedad en general, escucharlos, y si se puede, solucionar los problemas.

-Por último, ¿cómo ha sido el traspaso de poderes y qué mensaje le ha dado a su sucesora, Rafaela Valenzuela?

-Con Rafi, el traspaso de poderes ha sido ejemplar. Hemos tenido largas conversaciones, yo le agradezco mucho su sentido de escuchar y querer saber. Le he deseado suerte y buena gestión y le he recomendado los cinco sentidos que debe tener el político: el sentido común, el sentido de justicia, el sentido de servicio, el sentido de humanidad y el de temporalidad.