El lince ibérico atropellado el lunes por la tarde en Córdoba, en la intersección entre la N-432 y la A-4, en una zona próxima al Carrefour Zahira, es el cuarto especimen de esta especie protegida que muere en similares circunstancias en Andalucía desde el pasado mes de junio. En este último caso, la víctima del atropello ha sido un cachorro, ya que según la información facilitada, era un animal nacido en el 2019.

A principios de mes se producía la muerte de otro cachorro de lince, en Jaén y apenas un mes antes, a mediados de septiembre, moría otro más en una carretera situada entre las provincias de Huelva y Sevilla. El primero de los cuatro linces atropellados murió en junio en La puebla del Río de Sevilla, un macho de edad avanzada.

De momento, se desconocen más rasgos del lince atropellado en Córdoba, a la espera de conocer los resultados de la autopsia. Según datos del Plan de recuperación del lince ibérico de la Junta de Andalucía, el área de presencia estable de lince ibérico en Sierra Morena abarca unos 248 km2 con una estima de población de 165 ejemplares, la más numerosa. En la zona de Doñana, se extiende por 412 km2 una población aproximada de 65 ejemplares.

Alberto Redondo, profesor del departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba, se ha mostrado cauteloso a la hora de valorar qué ha podido llevar al lince atropellado en Córdoba a acercarse tanto a la ciudad, si bien señala que los ejemplares jóvenes suelen tomar riesgos con el fin de buscar nuevos hábitats favorables, lo que les enfrenta a graves peligros, como la presencia de carreteras en su recorrido, lo que lleva a muchos a morir en el intento.

La población de linces que existe en Andalucía, pese a los esfuerzos de protección que se están realizando, son «poblaciones fragmentadas marcadas por el aislamiento». Esta circunstancia y la falta de linces dificulta las posibilidades de reproducción y eleva los índices de consanguinidad, según los expertos, de ahí la búsqueda de nuevos territorios por parte de los linces más intrépidos.