-¿Cómo se han comportado las encuestas en Andalucía?

-En Andalucía las encuestas han funcionado bastante bien desde el año 82. Solo hay dos casos, las elecciones del 2012 y 2018, donde se puede hablar de fallos.

-¿Y por qué fallaron?

-Un apunte: incluso en esos dos casos donde digo que fallaron, acertaron en quién iba a ganar. En 2012, predijeron que iba a ganar el PP y ganó, y en 2018, el PSOE. Lo que pasó es que la expectactiva era que ganasen con un margen que les permitiera gobernar y eso no se produjo.

-Lo que parece que se predice mal es la irrupción de nuevos partidos, ¿no?

-Es complicado, y no se está captando bien. Pero no es tanto un fallo de las encuestas, como de la prohibición de publicarlas en los últimos días de campaña. En el caso de Vox, en estas andaluzas, todas daban que subía, pero se paró de dar información el domingo anterior a las elecciones. En esos cinco días, Vox subió 4 puntos, los que bajó el PSOE.

-Se produce eso, además, cuando los electores retrasan más la decisión sobre su voto.

-Sí. Cada vez se retrasa más y esto es más evidente en el caso de las formaciones nuevas. Si analizas en las encuestas postelectorales los votantes de los partidos nuevos, la gran mayoría tomó su decisión en la última semana. El problema es que nos quedamos con una fotografía antigua. Las encuestas se siguen haciendo, porque las pagan los partidos y algunos medios, pero esa información no llega a los ciudadanos.

-¿Cuánta cocina tiene que tener una encuesta para que sea fiable?

-Lo que está claro es que tiene que tener cocina. No te puedes quedar solo con la intención directa de voto. La cocina se hace para corregir sesgos de la muestra, por si tienes, por ejemplo, más presencia de antiguos votantes de un partido que de otro. Y también para imputar a quienes no te dicen su opción de voto. Tienes que hacer algo con esos indecisos: una serie de operaciones que te permitan intuir su voto, porque cuando llegan las elecciones van a votar. Todas estas operaciones se llaman cocina.

-Luego, están los que mienten en las encuestas...

-No hay tanta mentira como ocultación, aunque el problema al final es el mismo para el que tiene que hacer la estimación. En esos casos tienes que ver qué han votado en las elecciones anteriores o a qué líderes valora.

-¿Por qué ocultamos nuestro voto a los encuestadores?

-Por la idea de que el voto es secreto, lo que es un derecho. Es muy curioso porque si miras los barómetros del CIS, que se hacen cada 3 meses, en intención de voto, el porcentaje de no sabe no contesta se dispara en los barómetros que se hacen en periodo electoral.

-Hablando del CIS. ¿ha hecho mucho daño Tezanos a las encuestas? ¿Se pasa de cocina?

-Creo que no tiene tanto que ver con la cocina, con las decisiones técnicas, sino con estar demasiado presente en los medios de comunicación. Creo que lo mejor para el CIS es que las presidencias pasen desapercibidas. El CIS es una institución con larga trayectoria y grandes profesionales, y lo bueno es que no se vean embarradas en el tema político. Es un tema que me preocupa porque el CIS es la imagen de las encuestas en España. Si lo tiramos por el barro, sufre la imagen de las encuestas y del sector.

-¿Por qué es necesario hacer encuestas aunque fallen?

-Las encuestas fallan menos de lo que pensamos, lo que pasa es que cuando fallan son noticia, porque lo habitual es que no fallen. Con independencia de eso, la encuesta es la única manera que tenemos ahora mismo de tener información acerca de lo que opina la ciudadanía, sus comportamientos. Si no existieran, no tendríamos esa información o bien tendríamos la información que alguien que tuviera acceso a los altavoces mediáticos quisiera darnos. Sin encuestas de intención de voto, serían los tertulianos los que nos dijeran qué creen que va a pasar.