Si alguien tiene pensado veranear en Córdoba el año que viene, a la orilla de un mar dulce, y cancelar su quincena en Fuengirola, mejor que no lo haga. El presidente de la Gerencia de Urbanismo, Pedro García, lo dijo ayer claro. «El proyecto de Crystal Lagoons no echará a andar en el corto y medio plazo», es decir, de aquí a un año, porque se trata de «un proyecto complejo» que podría requerir incluso cambios en el PGOU y hay que estudiar muchos detalles también de carácter medioambiental y, de momento, «solo nos hemos visto una vez con los promotores de la playa artificial». Así de claro fue García, que hace días habló de tratar el tema «con cariño» y que ayer zanjó la cuestión diciendo que «la única playa que tendrá Córdoba de momento está en Los Boliches». Un jarro de agua fría que contrasta con el entusiasmo de la empresa, que quiere aclarar cuanto antes dónde se podría situar la costa local para empezar a diseñar su proyecto.

Quedan aún en el aire muchos flecos como el tipo de explotación de los terrenos lindantes una vez sean cedidos para este fin o los usos que la población en general podría hacer de ese idílico espacio regado por la brisa marina. Los ecologistas, siempre tan prevenidos, ya han mostrado su rechazo a la iniciativa señalando los inconvenientes y la inconveniencia del proyecto, que ya se planteó en Córdoba hace una década, cuando la remodelación de la Ribera. Además de construir una playa, para revivir aquella de los años sesenta que fue bautizada como Torrepelote, se planteó construir un pescódromo y un embarcadero. Del proyecto aquel se hizo realidad la última parte, aunque no con la brillantez con que se planteó en su día. Todo lo demás, se va y vuelve a la palestra periódicamente, como las olas del mar. A.R.A.