La francesa Alexandra Dubini, que es bióloga molecular y trabaja en la UCO en la producción de biocombustibles a partir de algas e hidrógeno, viajará el próximo martes hacia la Antártida como una de las cuatro españolas que participa en el proyecto internacional Homeward Bound Científicas en la Antártida. Allí, durante casi un mes y entre setenta investigadoras, se van a buscar fórmulas para luchar contra el cambio climático.

-¿Cómo va a afectar el cambio climático a España o a Europa dentro de un siglo?

--El próximo siglo España lo va tener muy difícil por el cambio climático, al igual que el sur de Europa. La mitad del país, de España, va a ser un desierto básicamente en un siglo. Tengo datos que lo demuestran. Habrá más CO2 en la atmósfera, la temperatura subirá más y el nivel de los océanos. Habrá más problemas de salud. Mucha más gente que se mueva de país en país. Más frío, más calor.

-Escalofriante.

-Sí.

-¿Se se puede frenar de manera efectiva el cambio climático? ¿Tenemos alguna manera de intentarlo los ciudadanos de a pie?

--Algunas consecuencias del cambio climático sí se pueden controlar y otras, no. Pero todavía estamos a tiempo de cambiar entre todos algunos efectos. Por ejemplo, primero, tenemos que tener menos hijos. La población es un gran problema para el medio ambiente, porque estamos demasiados ya en el mundo. Segundo, no debemos de tener coche por la polución y la producción que provoca de CO2, y después muchas pequeñas cosas. Como, sin ir más lejos comer más verdura o no viajar en avión, porque libera mucho CO2 en la atmósfera. La ciencia también tiene que jugar un papel importante, ya que puede desarrollar energías renovables.

-¿Cuál es, en su opinión, la energía renovable más limpia?

--La mejor de todas es la producción de hidrógeno, que es precisamente en lo que yo trabajo e investigo a través de un proyecto de la Universidad de Córdoba. No libera CO2 y es una energía muy limpia, pero es muy difícil de producir y además es muy cara y nada competitiva. Los científicos tenemos que trabajar más en ello. El problema es que el petróleo tiene ahora un precio muy barato, pero si su coste sube puede que la producción de hidrógeno a través de algas verdes pueda ser competitiva en un futuro no demasiado lejano.

-¿Podremos utilizar en un plazo de tiempo breve biocombustible producido con algas e hidrógeno? ¿Cómo va su investigación?

-Yo llevo trabajando trece años en este proyecto y ahora mismo podemos producir más hidrógeno con baja luz. Estamos muy contentos, pero necesitamos más tiempo. No, ni mañana, ni pasado mañana vamos a poder utilizar hidrógeno como energía.

-El proyecto ‘Científicas en la Antártida’ va a abordar el cambio climático y también cómo afecta a la mujer. ¿Perjudica más el cambio climático a la mujer que al hombre?

-Sí perjudica más a la mujer que al hombre en los países pocos desarrollados. Las mujeres son las primeras en padecer esta transformación, porque ellas están implicadas en el trabajo del día a día. Las mujeres en países poco desarrollados tienen mucho trabajo con la familia, cuidado de niños, de ancianos…. Cuando falta agua, la mujer sufre más. Además, cuando el cambio climático es fuerte, hay más mujeres que mueren en estos países.

-No solo vais a la Antártida para abordar el cambio climático, sino también para crear un grupo de liderazgo de mujeres científicas, ¿por qué?

-Las mujeres en la ciencia tienen menos posibilidades que los hombres, en general. Tampoco ocupan las mujeres dentro de la investigación posiciones altas. Hay menos del 20% de profesoras de universidad. Hay tres objetivos: red para luchar contra el cambio climático y, al mismo tiempo, dar visibilidad a estas mujeres, y el tercero, se pretende convertirlas en líderes.

-¿Qué es lo que le hace más ilusión del viaje, los pingüinos?

-(Ríe) El silencio y los paisajes. Salir fuera de todo, de internet. Y tener tiempo para pensar y especialmente para reflexionar. Aquí siempre vamos corriendo. Es necesario pensar.