Cuando todo el mundo ayer especulaba con lo ocurrido en el piso de la calle Espejos Blancas, Germania, la suegra de la hermana de la mujer asesinada, lo decía claro: «Es un reincidente, ya mató a su anterior mujer y a ella la ha matado también». Lo que podría ser una frase fruto del arrebato nervioso del momento fue confirmada al detalle poco después por la Subdelegación del Gobierno, que indicaba que, efectivamente, Salvador Ramírez Atienza estaba en libertad condicional tras ser condenado por haber asesinado hace casi dos décadas a su exmujer en Algeciras.

El juicio se celebró en el año 2004 con un jurado popular, que lo declaró culpable de acabar con la vida de Amanda del Carmen Cabeza. Según recogía en aquel momento la prensa nacional, los once componentes del jurado decidieron su veredicto tras escuchar en los informes forenses, que dijeron que Amanda «no murió estrangulada con el cable de una plancha, como se había manifestado en principio, sino ahogada en la bañera, adonde llegó agonizando, tras el intento de estrangulamiento de su exmarido, quien le produjo una rotura en la tráquea». Los forenses insistieron en que en aquel caso «el detenido no presentaba ningún síntoma de enajenación mental».

Una vez conseguida la libertad condicional, Salvador Ramírez había llegado a Córdoba hace un año, aproximadamente, y por medio de una oenegé cordobesa que tiene un programa de reinserción laboral para personas que han estado en prisión había conseguido el empleo de ayudante de cocina en un restaurante de Santa Rosa. Ana Lucía, su última víctima, también acudió a la misma organización, pero al «no tener los papeles en regla» no pudieron ayudarla y se dedicó al servicio doméstico.