Francisco Javier Bello Millán (Castro del Río, 1987) aprobó con 29 años las oposiciones al Cuerpo de Meteorólogos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), una convocatoria en la que quedó el número uno, entre todos los aspirantes que se presentaron de toda España. En la Aemet trabaja como técnico superior del Área de Técnicas y Aplicaciones de Predicción (ATAP). Se graduó como ingeniero de Caminos, Canales y Puertos en la Universidad de Granada en el 2012. Ha estado becado por el Ministerio de Educación y por el Campus de Excelencia Internacional del Mar y, hasta llegar a la Aemet, su carrera estuvo vinculada básicamente a la generación de conocimiento y a su transferencia para optimizar la gestión de infraestructuras sometidas a la acción del viento. Además, entre los años 2010 y 2017 realizó labores de docencia e investigación en el Grupo de Dinámica de Flujos Ambientales del Instituto Interuniversitario para la Investigación del Sistema Tierra en Andalucía (Iista), en la sección de Ingeniería de Viento.

-¿Por qué decidió dejar su carrera de investigador en Granada para opositar a la Aemet en Madrid?

-Por un lado, estudié Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en Granada, intrigado por las estructuras civiles, y descubrí que mi verdadera pasión era la mecánica de fluidos. Y, por otra parte, siempre he considerado que la especialización no debe estar reñida con el conocimiento de otros campos del saber. En ese viaje descubrí la meteorología, que entronca con otras disciplinas de las matemáticas, la física, la geografía o la ecología y que tiene una repercusión directa y constante sobre la sociedad. Tras casi siete años dedicado a la ciencia y a la investigación, entrar en la Aemet me proporcionaba un canal muy interesante para la transferencia de conocimiento. Aquí contamos con redes de observación, modelos numéricos, recursos computacionales y una proyección internacional difíciles de encontrar en España. Además, dado el estado actual de la ciencia en nuestro país, la estabilidad personal y económica que se obtiene es un aspecto importante.

-¿Qué función desempeña en la Aemet?

-Realizo tareas de desarrollo de herramientas de análisis para predicción meteorológica operativa y estudios de situaciones adversas. Paralelo a mi trabajo, continúo con la realización de una tesis doctoral sobre modelización numérica y experimental, en el ámbito de la mecánica de fluidos, e intento involucrarme en lo posible en tareas de formación y divulgación. Actualmente estoy terminando un estudio retrospectivo sobre las inundaciones históricas que ocurrieron en Castro del Río durante el siglo pasado. Y tengo dos proyectos de investigación, aún en ciernes, con dos universidades andaluzas.

-¿Cómo fue su etapa de investigador en Granada?

-Mi andadura en el mundo de la investigación comenzó con el proyecto fin de carrera, enmarcado en un proyecto del Plan Nacional de Investigación Científica del Ministerio de Fomento, sobre fiabilidad de estructuras portuarias. Desde ese proyecto participé después en otros, en colaboración con entidades públicas y privadas. Estuve dedicado al estudio de las interacciones del viento, con un variado abanico de sistemas y estructuras del ámbito de la ingeniería costera y portuaria, la aerodinámica civil y deportiva y las energías renovables. Empleábamos modelos reducidos para ensayo en túnel de viento y técnicas numéricas para estudiar el comportamiento de dunas costeras, grúas portuarias, cascos de ciclismo, campos de heliostatos, aerogeneradores o sistemas de energía undimotriz. Estas tareas formaban parte del desarrollo de nuevas metodologías para el diseño, la explotación y la gestión integral de infraestructuras.

-¿Qué importancia tiene el viento en la vida diaria?

-El viento tiene importantes efectos sobre el confort de las personas en lugares públicos y sobre su seguridad, por su acción sobre fachadas de edificios, el mobiliario urbano o los árboles de zonas verdes. Hace unos meses participé en el desarrollo de una herramienta de predicción de rachas de viento para el Parque de El Retiro de Madrid, que incorporaba un sistema de avisos para prevenir accidentes por caída de árboles. Por otra parte, el viento es un actor fundamental en materia de energías renovables, en sistemas de captación de energía solar y eólica (en los que además es la fuente energética) y es el principal condicionante de los costes iniciales de inversión, mantenimiento y explotación. Incluso se producen costes de oportunidad cuando la estructura adopta su posición de reposo en condiciones de viento extremo y, por tanto, no se genera energía. La importancia del viento como agente también está creciendo por la proliferación de estructuras singulares y edificios cada vez más esbeltos, en los que las cargas de viento son fundamentales. Por otro lado, los túneles de viento se vienen usando en la preparación de deportistas, como ciclistas o esquiadores, y también en el diseño de componentes, en Fórmula 1 o en los balones de fútbol.

-¿Cómo valora que la Aemet, que forma parte del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, incluya el cambio climático en su labor diaria?

-La crisis climática es uno de los grandes desafíos que hay que afrontar como sociedad en un mundo globalizado. La transición hacia un modelo productivo justo y sostenible requerirá de enormes esfuerzos en todos los ámbitos.

-¿Qué preocupación existe en la Aemet por el cambio climático?

-Como servicio meteorológico nacional, la Aemet realiza diferentes labores de observación y vigilancia del clima y mantiene un ingente registro de datos climatológicos. Se elaboran productos e informes relacionados con el balance hídrico, la fenología, la radiación solar o la predicción estacional, entre otros. También es la encargada de elaborar y actualizar los escenarios regionalizados de cambio climático para el estudio de sus efectos y posibles impactos.

-¿Existe cada vez más preocupación por la situación del clima?

-Sí. Nos estamos concienciando de que debemos modificar nuestro sistema productivo y hábitos sociales. Existe mayor preocupación por la gestión de residuos y por las fuentes de energía que utilizamos, pero queda mucho por hacer en materia de transporte, alimentación y consumo. Mientras nuestra economía se fundamente en que consumamos de manera continua y desmedida, será difícil que nuestra actividad sea compatible con la sostenibilidad del clima. El segundo punto que llama mi atención es el rigor necesario para tratar la información sobre cambio climático. Entiendo que cuando se produce un evento meteorológico significativo, extremo o adverso, la población desee que establezcamos o descartemos un vínculo claro y directo con el cambio climático. Sin embargo, la meteorología y la climatología hablan en escalas diferentes. Si bien la primera hace referencia a variabilidades temporales, que van desde menos de un segundo a varios días, la segunda está relacionada con fluctuaciones de años a cientos de miles de años. Para hacernos una idea, la escala instantánea en climatología es de 30 años. Estamos lejos de poder atribuir o no cada evento meteorológico que se produce a la tendencia actual del clima.

-¿La temperatura media va creciendo progresivamente, a la vez que van disminuyendo las precipitaciones regulares e incrementándose las danas (depresión aislada en niveles altos)?, ¿cómo va a afectar esto a Córdoba?

-No tenemos evidencia de que el número y la intensidad de las danas vayan a incrementarse en los próximos años. Sin embargo, ya se tiene constancia del calentamiento de las aguas del Mediterráneo. Esto puede favorecer la inestabilidad y el aporte de humedad en niveles bajos característicos de los episodios más adversos. Los escenarios regionalizados para Córdoba, relativos a las proyecciones del clima de que disponemos, apuntan a que se reduciría la cantidad anual y el número de días de lluvia y se incrementaría la duración de los periodos secos, pero no me atrevería a establecer una conclusión clara sobre la intensidad de las precipitaciones. Es probable que tengamos que afrontar un número creciente de olas de calor y posible que hagamos lo propio con periodos de sequía prolongada.

-¿Se está desvirtuando la información meteorológica por la creciente demanda para saber qué tiempo va a hacer siempre?

-La demanda creciente de información siempre es positiva. Hoy día, en cada smartphone tenemos más de una moderna aplicación que nos proporciona información meteorológica. Sin embargo, no se suele decir nada acerca de la incertidumbre asociada a los datos que se suministran. En ese sentido, soy un gran defensor del papel del predictor especializado para interpretar las salidas automáticas de los modelos y del uso de la predicción probabilista.

-¿La contaminación que existe en grandes ciudades españolas puede interferir en la predicción meteorológica?

-La mayoría de esos compuestos protagonizan procesos químicos y todos influyen en la cantidad de radiación que entra y sale de la atmósfera, en lo que se llama balance radiactivo o balance de radiación. Actualmente, en la Aemet se encuentra implementado un modelo de transporte químico que se ejecuta offline, esto es, forzado externamente por los campos procedentes de los modelos meteorológicos operativos. Se emplea para suministrar predicciones de la composición química de la atmósfera y para el apoyo en situaciones de emergencia. En estos momentos, en nuestros modelos los procesos físicos influyen en los químicos, pero el contrario no es cierto. Se espera que en el futuro todo se integre en un mismo modelo operativo.

-¿Cumbres recientes, como la del clima de Madrid, van a aportar soluciones a corto plazo?

-Hasta ahora los estados solo se han puesto de acuerdo en que tienen que ponerse de acuerdo para tomar nuevas medidas, pero no han hecho grandes avances, especialmente en lo relacionado con los mercados de carbono. Tenemos que considerar que la descarbonización que se requiere es la cuarta revolución industrial tras la mecanización, la electrificación y la digitalización. Hay países que llegaron tarde o aún están llegando a las primeras, que dieron como resultado la situación actual del clima, y pretenden llegar tarde a esta. Y esto nos afecta a todos porque convivimos en el mismo planeta y compartimos la misma atmósfera. Además, se da el hecho de que los países más vulnerables suelen ser los menos responsables del cambio climático. Espero que la cumbre de Glasgow nos traiga mejores noticias, pero de la cumbre de Madrid me quedo con el impulso conjunto que se ha mostrado desde la comunidad científica y los colectivos ecologistas y civiles, donde la noción de urgencia ha permeado definitivamente. También necesitamos que en el día a día, y no solo en las cumbres, los científicos del clima sean escuchados por toda la sociedad.

-¿En fechas claves como la Semana Santa, en la Aemet se trabaja más?

-La Semana Santa es un evento social de primera magnitud en muchos puntos de España y en toda Andalucía. Por este motivo, en las fechas de Semana Santa en los Grupos de Predicción y Vigilancia (GPV) se refuerza la plantilla operativa con un predictor adicional. En Andalucía hay dos GPV, uno en Sevilla encargado de las predicciones de Huelva, Cádiz, Sevilla y Córdoba, y otro en Málaga, para Jaén, Málaga, Granada y Almería. Se gestiona una base de datos de usuarios relacionados y diariamente se distribuye la predicción a estos usuarios y a la prensa. Además, hay disponibilidad telefónica y aumenta la actividad de la cuenta oficial de Twitter. Según me comenta un compañero predictor, las cofradías suelen valorar más la atención por teléfono que otros medios digitales. Para ellas una simple llovizna puede ser crítica y agradecen el trato de viva voz.

-¿Si en un ascensor una persona desconocida le saca el tema del tiempo cambia a otro asunto?

-Generalmente me dedico a escuchar y a esperar la afirmación de rigor sobre que no acertamos nunca. Y, al final, siempre intento aportar algo que pueda resultarle de interés.