El centenar de personas muertas en residencias de ancianos de toda España por contagio del coronavirus (49 solo en Madrid) ha disparado las alarmas en los centros, públicos y privados, de la provincia. Están, por un lado, las condiciones de trabajo de los empleados, por otra, la situación de los ancianos, los más vulnerables al virus, y por último, la de las propias familias, que viven con ansiedad y en la distancia el día a día de sus seres queridos desde que el confinamiento.

La Junta de Andalucía aprobó ayer varias medidas (como asumir la dirección sanitaria de aquellos centros con positivo por coronavirus) para las residencias y trabaja con ellas en dos líneas: por un lado, aislar a los pacientes que hayan dado positivo, y por otro lado, haciendo tests a los trabajadores de sus residencias. El consejero de Salud, Jesús Aguirre, aseguró ayer que hay positivos por coronavirus en residencias de mayores en todas las provincias andaluzas, incluida Córdoba. El responsable de la Sanidad andaluza asegura que las 700 residencias de la comunidad, públicas y privadas, son una prioridad para la Junta, que ha enviado sanitarios para conocer sus necesidades.

Por otro lado, el Ministerio de Sanidad también se está poniendo en contacto con las residencias, que deben remitir un correo especificando sus demandas en cuanto a material se refiere. Sindicatos, como CSIF, han presionado estos días para que se suministre a los trabajadores de estos centros todo el material necesario para prevenir el contagio y han denunciado la falta de mascarillas y guantes en residencias como la del Figueroa. Además, las residencias están pidiendo a la Junta de Andalucía que se haga cargo de los mayores que haya que aislar por posibles positivos en los centros donde la reserva de zonas intermedias no sea posible por falta de espacio.

José Juan Jiménez Güeto, canónigo portavoz del Cabildo Catedral de Córdoba, reconoce la preocupación que tiene la Iglesia respecto a sus residencia de la provincia, así como por sus trabajadores, que están enviando a su casa a la mínima señal de enfermedad. En estos casos se están encontrando con el problema de que los médicos dan de baja a los trabajadores, pero, a pesar de ser un sector profesional en riesgo, no es tan fácil que les hagan las pruebas. Pese a todo, hoy por hoy, Jiménez Güeto asegura que están «tranquilos» y que la situación está «controlada», y expresa su apoyo por los empleados de las residencias: «No solo son profesionales, sino que se están dejando la vida para, a pesar de todo, que exista un buen ambiente en las residencias», asegura.

Los familiares, pendientes de sus seres queridos

De hecho, la principal preocupación de muchos familiares, como el caso de Charo, es «la salud mental» de sus seres queridos. Muchas de las personas mayores, con sus capacidades mentales mermadas y que llevan días sin ver a sus hijos o nietos no entienden la situación que vivimos por el coronavirus, lo que incrementa su desesperación. Eso es lo que intentan paliar los psicólogos y los terapeutas que trabajan con mayores. Otros, al menos, pueden comunicarse con su familia por videoconferencias o teléfono, lo que alivia la sensación de aislamiento. En residencias como San Rafael de Alzheimer se extreman estos días las medidas preventivas. Su director Rafael Luque asegura que en estos momentos los 23 residentes y los trabajadores se encuentran bien de salud. «Se toman la temperatura diariamente y se han adoptado las medidas de higiene y seguridad conforme a las medidas sanitarias», explica y añade que todos los días informan a las enfermeras de enlace del estado de los trabajadores y de los residentes. En esta residencia, de momento, no tienen, según su director, problemas de material, aunque no saben qué pude ocurrir más adelante ya que este mercado está intervenido. «No es positivo que cunda un estado de alarma», concluye.